Jason Aaron continúa con sus lecciones para escritores. Si aspiras a escribir profesionalmente algún día, el guionista de Scalped lo tiene claro: escribe en todo momento. Aquí tenéis la publicación original y a continuación la traducción. ¡Que la disfrutéis!
Hago la mayor parte de mi escritura en un horario bastante estricto de 9 a 5. Sin embargo, escribir nunca es solamente un trabajo de 9 a 5.
Si eres un escritor, deberías estar siempre escribiendo.
Eso no quiere decir que estés constantemente apretando las teclas de tu ordenador. Escribir es un doble proceso. Está el tiempo que pasas en tu escritorio, escribiendo tu borrador acabado, pero también están todos los momentos que llevan a eso, todas las horas que un argumento pasa germinando en tu cabeza, todas las infinitas variaciones de golpes que piensas durante el camino, todo el diálogo interno al que le das vueltas antes de asentar la voz de un personaje. Esa es la mayor parte del trabajo. Ese es el gran peso. El acto real de pasar el boli por el papel es la parte divertida. El verdadero trabajo es toda la gimnasia mental por la que tienes que pasar hasta llegar a ese punto.
Por eso es por lo que tienes que hacerlo cada día, tanto como sea posible. Si quieres ganarte la vida escribiendo, primero tienes que vivir tu vida como un escritor. Eso quiere decir que estés siempre escribiendo. No importa dónde estés o lo que estés haciendo. Las ideas surgen de la vida, de algo que estás viendo, leyendo, oyendo por casualidad.
No eres realmente un escritor hasta que has tenido uno de esos momentos en los que de repente paras lo que sea que estás haciendo y tienes que anotar algo antes de que se te olvide.
La primera lección que aprendí sobre escribir vino de ver a mi primo, Gustav Hasford. Gus era novelista y la primera persona que conocí que se ganara la vida escribiendo. Y Gus estaba siempre escribiendo. Gus vivía para escribir. Siempre tenía una libreta a mano, y si alguna vez pasabas demasiado tiempo con él, lo veías parar periódicamente lo que estaba haciendo, sacar su libreta y anotar algo. Una idea que le acababa de venir de la nada quizás. Una pregunta que de pronto pensaba que no podría responder. Una línea de diálogo que oyera en alguna conversación. Si alguna vez decías algo interesante alrededor de Gus, lo apuntaría y te diría que lo iba a usar en un libro algún día sin reconocerte el mérito.
Supongo que ese es el riesgo que corréis siendo amigos de un escritor.
No hay ningún interruptor de apagado para las ideas. O al menos, no debería haberlo. Pero la creatividad ha de ser alimentada. Se alimenta de otras ideas. De libros y películas y música y arte. Se alimenta de la vida. Se alimenta de la gente que conoces. Se alimenta de tus secretos y tus sueños. Se alimenta de todo lo que ves o haces, de lo más vergonzoso y emocionante a lo más espantosamente mundano.
Saco mis mejores ideas pensando en la ducha. He escrito todo un puñado de comics en la ducha. O andando por el vecindario. O algunas veces simplemente mientras deambulo aturdido por la casa. O en esos últimos neblinosos momentos justo antes de quedarme frito. Mientras estoy sentado en mi escritorio, escribiendo un guión, trabajo en silencio. No puedo escuchar música o tener la televisión encendida. Pierdo mi concentración muy fácilmente. Pero cuando estoy dándole vueltas a una historia en mi cabeza, me encanta escuchar música. Creo listas de reproducción para comics en los que estoy trabajando y pienso en las historias mientras las escucho.
Nada se escribe jamás en el vacío.
Y si no aprendes primero cómo escribir en tu cabeza, nunca serás capaz de escribir en un papel.
La primera historia que vendí fue escrita en un club de sptriptease mientras me hacían un baile erótico. He escrito cuando veía películas. He escrito en la iglesia (Antes cuando todavía solía ir a la iglesia) y en la sordidez de los bares. He escrito en días laborables cuando se suponía que debería estar trabando en algo. He escrito cuando hacía el amor, cuando lloraba durante un partido de fútbol, cuando veía a gente pelear, cuando vomitaba mis entrañas, cuando me acurrucaba en mi sótano con tornados sobre la cabeza, cuando estaba solo, cuando estaba en una multitud de miles de personas, cuando estaba perdido sin esperanza, cuando estaba aluciando, cuando estaba humillado, cuando estaba a punto de ver mi trasero pateado, cuando quería morir, cuando el momento más feliz posible, cuando pretendía escuchar a alguien hablar, cuando cagaba.
Podéis comprar libros para que os enseñen cómo estructurar una historia o cómo elaborar buenos personajes. Pero de ahí a llegar a vivir como un escritor, eso has de averiguarlo por tu cuenta.
Si quieres ser un escritor, entonces simplemente sé un escritor. Se uno cada día, todo el día.
Preocúpate sobre tener algo que decir antes de preocuparte por cómo decirlo.
Buena suerte.
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