Revista Cine
Director: Samuel Fuller
Lo que me atrajo a esta película, que apareció en mi radar en uno de mis tantos improvisados y sin rumbo paseos por la surface web, principalmente, fue el perro. Los que me conocen de cerca saben que soy un amante de los perros, que son mis preferidos, y que cualquier cosa que tenga a uno de estos bellos animales como elemento central capta mi atención e interés. Por eso caigo como un bebé ante películas de dudosa calidad narrativa como "Chestnut" o así: porque me tocan la fibra sensible, es inevitable y lo asumo con mucho orgullo. Más aún, si la película en cuestión parece alejarse de las comedias infantiles y se adentra en territorios más adultos, pues el interés crece exponencialmente. ¿Y qué pasa con "White Dog"? Que promete bastante con esa mezcla de condicionamiento con racismo y otras cosas típicamente humanas. ¿Y quién sufre? El perro... y finalmente yo también, dios...
Julie es una actriz que un buen día atropella a un perro, un pastor alemán blanco, y lo adopta mientras espera que su dueño lo reclame. Si al inicio parecía que el perro era simpático y un amor con todos, luego se ve que es muy, muy violento, particularmente con ciertas personas de determinado color...
Dicen que a los perros viejos no se les puede enseñar nada nuevo, o que no se les puede adiestrar y controlar -si es que tienen alguna maña, como morder compulsivamente la alfombra-. Desde luego, la gente dice muchas cosas disfrazadas de "cultura general", como que los niños no mienten y más de esas estupideces. El asunto es que ese es un dicho -lo del perro viejo no aprende- que a cualquier persona se le vendrá a la mente al ver esta película, especialmente tratándose del perro protagonista, que no sólo es un white dog por su pelaje blanco, sino porque fue entrenado por algún cabrón para atacar sólo a personas negras. Años de condicionamiento no se deben ir tan fácilmente, ¿no? Pues bien, esa es la premisa de la película: en un intento para evitar que el perro sea sacrificado, Julie recurre a un adiestrador de animales para quitarle la ira racista a este perro, un adiestrador que es, nada más y nada menos, un negro... Vaya reto, ¿eh? "White dog" es una película efectiva y cumplidora, de satisfactorio visionado, pero nada más que eso; no crean que verán una gran película, que es precisamente lo que yo esperaba. De todas formas, no me siento decepcionado... ni de lejos, aunque quizás un poquito... Lo que sí es cierto es que "White dog" pudo haber sido más dramática, más emocional, más contundente, más memorable..., pues después de todo su conflicto central no deja de ser, ulteriormente -lo digo obviando, de momento, los numerosos matices que surgen con los minutos-, circunstancial: adiestrador negro intenta quitarle el racismo a un perro que de seguro lleva mucho tiempo matando negros -nosotros lo vemos matar a dos, sin ir más lejos-. Con todo, y en base a ese conflicto, no se puede negar que la película funciona y está, sin tomar en cuenta su buen par de notorios e insultantes reparos, bien construida y desarrollada. El principal argumento que me hace afirmar lo anterior es la manera en que se plantea el reto, que lucha contra la idea popular descrita al inicio de este cuerpo: "si en (X cantidad de tiempo) no logro curar a este perro, yo mismo lo mato". Palabras del adiestrador, nada menos. Y desde la formulación de dicho reto, y sumando que el perro igual cae bien y merece la redención y perdón de un destino impuesto por un humano racista, los intentos del adiestrador se vuelven cruciales y fuente de mucho nerviosismo, pues es totalmente incierto si todo va a salir bien o mal, si el perro podrá vivir sano y salvo o tendrá que recibir la bala de un abatido adiestrador. Y dado que las estadísticas no juegan a favor de los protagonistas, pues el camino se torna empinado y rocoso, complicado al fin y al cabo. Eso, amigos míos, es una muy buena decisión, pues nos deja expectantes y atentos a lo que se viene minuto a minuto.
Segundo, si bien el desarrollo puede parecer algo "repetitivo" en ocasiones -puse comillas porque no considero que la palabra usada, la única que se me viene a la mente de momento, sea la adecuada-, también tiene momentos que Fuller sabe filmar con un gran sentido del suspenso, haciendo de los mismos instantes asfixiantes y atroces. Por ejemplo, la captura donde aparecen el niño negro y el perro blanco acechando -¿de verdad algo tan terrible puede llegar a pasar?-... o cerca del final cuando se pasa de la tranquilidad al más absoluto de los horrores en tan sólo un movimiento circular de cámara -continuo, para más inquietud-... Aunque Fuller no hace que las pulsaciones superen el límite de lo sano, en ocasiones sí que logra removerte el piso. Y lo bueno es que lo hace en los momentos justos y necesarios. Además debo decir que yo sí me sentía permanentemente intranquilo, pues la sola amenaza de que el perro pudiera ser sacrificado era más que suficiente.
Tercero, todo lo anterior confluye en un final tremendo y devastador. Así de simple. "White dog" comienza bien pero muy normalita, y acaba siendo todo un mazazo, especialmente porque entran en juego los matices que mencioné en determinado punto -el odio, el verdadero odio (el honesto, no el enseñado), no distingue colores- y desembocan en algo aún peor: nosotros sabemos La Verdad de los hechos, lo sabemos todo, pero puede que en el universo de los personajes, perfectamente equiparable a nuestra realidad, dicha Verdad no sea comprendida o siquiera procesada, lo que nos lleva a una conclusión del todo pesimista y desoladora: ¿es posible el cambio? ¿Todo fue en vano?
Y cuarto, Fuller sabe construir o insinuar la psicología del perro; al menos instalar la duda sobre él, crear una atmósfera en torno a su figura, hacernos dudar sobre si sus ojos reflejan esperanza o una mente desquiciada y asesina. Bien eso: la ambigüedad del asesino, ¿redimido y arrepentido u orgulloso o desinteresado de sus actos?
Eso sí, no puedo pasar por alto un movimiento de guión demasiado tonto: (esto no es nada importante en el desarrollo posterior, nazis de los spoilers) al principio, cuando Julie no sabe si quedarse o no con el perro, y luego de que coincidentemente un amigo le dijera algo así como "vives sola y nadie te protege, y aunque nunca te ha pasado nada malo, a lo mejor el perro sería un buen guardaespaldas, sólo por si acaso", obteniendo nada más que escepticismo en la chica actriz, llega un violador que intenta violarla, encontrando una sólida defensa en los afilados dientes del perro blanco. ¿Qué pasa luego? ¡La chica se queda con el perro sin dudarlo! ... ... ¡No era necesario tanta insultante obviedad para instalar la determinación de quedarse con el perro! Si hasta un policía luego le dice a la chica que "tiene suerte de tener un perro como ése". Pero bueno...
Antes de irme, una pequeña e ineludible cuestión: en Estados Unidos se dio todo un debate en torno a esta película sobre si el racismo es una enfermedad, si se puede curar o qué sé yo. Que lo del perro blanco es una metáfora y todo eso... Es obvio que en un país como Estados Unidos el tema del racismo siempre adquiere tintes más complejos, cayendo en ocasiones en la caricatura -algo propiciado por ambos lados-, pero debo decir que en esta película el tema está bien tratado y planteado, sobre todo considerando que un perro es por naturaleza un ser sociable y amigable y que no debería ser una amenaza para nadie salvo si es entrenado para ello, como el perro protagonista, de quien de todas formas se podrá saber a lo largo de la película que en realidad odia a otra persona en particular y no a los negros en general, señalando que una cosa es el odio puro y duro -ese sentimiento negativo hacia alguien que efectivamente te ha hecho un daño grave y sin el menor arrepentimiento, sea del color que sea- y otra cosa es la estupidez, en este caso el racismo, que nunca podrá encontrar argumentos sólidos para justificarse. Por desgracia, ambas cosas -odio y racismo- se confunden y se arma tremebundo lío... El punto es que, a pesar de que las lecturas pueden ser ricas y profundas -eso depende de cada quien-, yo no le vi tanta metáfora a la película propiamente tal, simplemente vi a un perro que paga las consecuencias de los actos de humanos racistas y cómo se intenta revertir su destino sangriento e inmerecido. En otras palabras, considero que la metáfora, si es que existe, es débil e incluso antojadiza -el punto de vista nunca variará: el racismo es malo-... y que la trama en sí, si bien desarrollada correctamente, es poco inspirada. Visto de esa forma, "White dog" no es gran cosa aunque cumpla sus premisas de problema-reto-proceso-prueba definitiva, e incluso con la metáfora incluida es obvio que esto del racismo no encontrará en esta cinta la cumbre de la reflexión, la representación simbólica y la proposición que se necesita. O eso creo (pienso) yo...
Con todo, mala película no es, aunque tampoco una joya. Hasta por ahí: ¿tan sólo regular? Qué importa... Creo que el visionado vale la pena y, al menos en mi caso, mantiene el interés de forma constante. Y con ese final... Les dejo "White dog" a su propio criterio.