Revista Cine
White God (Dios blanco), el mejor amigo del hombre
Publicado el 22 enero 2016 por Patrick Bateman @CinefiliasO
El cineasta húngaro Kornél Mundruczó nos presenta su sexto film, White God. En el que además de director, ejerce como guionista junto a Viktória Petrány y Kata Wéber. Un plantel desconocido para un servidor, pero que demuestra con esta película conocer el lenguaje y entresijos del cine.
Con un punto de partida ficticio; Una nueva ley impone un impuesto a los dueños que posean un perro de raza mestiza, se presenta un drama de corte muy europeo.
Debido a ésta ley, los refugios caninos se llenan con perros abandonados. La protagonista, Lili, una niña de 13 años lucha por proteger a su perro Hagen, pero su padre lo suelta en la calle. Lili comienza a buscar a su perro para salvarlo. Por su parte, Hagen lucha por sobrevivir y rápidamente se da cuenta de que no todo el mundo es el mejor amigo del perro. Hagen termina liderando una revolución contra los seres humanos.
Cual niño con sus botas de agua nuevas, el film chapotea entre distintos tópicos del drama con unos personajes estereotipados que transitan como la típica familia disfuncional, representada por Sándor Zsótér y Zsófia Psotta, padre e hija.
Sándor ha realizado la reciente El hijo de Saúl y Zsófia debuta aquí como actriz. Su papel quizás no destaca lo suficiente, esperemos que tampoco le reste mérito a su correcta interpretación.
Ambos están correctos en sus roles, pero sin deslumbrar. Esto, no lo comento como algo negativo, pero si con la intención de recalcar que no vamos a hallar nada nuevo en ella. No en la relación familiar.
Si hay algo distinto, especial, dignificante en la película, y que además funciona, es su parte canina.
Con dicha premisa, puede parecer que el film nos depara un desenlace frenético y de acción desmesurada. Pero la realidad supera la ficción. Su lentitud, puede poner en jaque la paciencia de más de un espectador poco acostumbrado a películas del ‘talante’ de Ingmar Bergman, Michael Haneke o Lars Von Trier. En cambio, los tolerantes sabrán apreciar las intenciones de una película en la que, en la mayoría de tramos, preside la calma.
White Dog es un film que aflige la moral con contundencia y rotundidad. Su extremo acercamiento a la realidad, se nos antoja como un ejercicio duro de digerir en su mayor parte. Su desenlace nos dejará un sabor agridulce, y casi cualquier persona con sentimientos se verá afectada con este drama en el que, para bien o para mal, los auténticos protagonistas son los animales.
Pero al público que realmente cautivará White Dog, es a aquel que tenga o haya tenido alguna vez en su vida la compañía del mejor amigo del hombre, el perro. White God es un manjar indigesto. El film combina el lado más ‘artístico’ del séptimo arte con algunas secuencias muy loables -gracias al grupo de perros- y, hasta cierto punto, agitadas, pero con predisposición a no acelerar el ritmo global del film.
La película puede parecer querer presumir en algún momento de buscar situaciones morbosas para los amantes de la violencia gratuíta, sobre todo, al pasar por el punto más crítico del film con Hagen como absoluto protagonista, un punto que no desvelaré para no hacer un spoiler.
Sin embargo, lejos de esta supuesta connotación morbosa, al avanzar la película nos damos cuenta, de que es una denuncia en mayúsculas a la despreciable actitud y comportamiento indebido contra el mejor amigo del hombre, el perro.
El guión tiene algunos puntos mejorables, y eso le resta algunos puntos en una valoración global. Hay puntos en que parecen existir ciertas lagunas que derivan en decisiones algo forzadas de los personajes, y que van en favor de la propia historia sin mayores explicaciones.
Que incluso, en alguna ocasión, parecen no ser del todo racionales o coherentes, aunque ya sabemos que el ser humano no siempre lo es.
Por otro lado, las secuencias y el esfuerzo que conlleva dirigir a tal cantidad de perros y con resultados tan bien ejecutados y coreografiados, que resultan absolutamente geniales, muy a pesar de la crudeza en la mayoría.
Sin olvidar el comportamiento y las conseguidas expresiones que adopta Hagen en cada una de las secuencias como auténtico protagonista del film, mal nos pese el sufrimiento. Y que demuestra tanto talento como el mejor de los actores humanos que pueda existir sobre la faz de la tierra. Tan bella como bestia.
Con un punto de partida ficticio; Una nueva ley impone un impuesto a los dueños que posean un perro de raza mestiza, se presenta un drama de corte muy europeo.
Debido a ésta ley, los refugios caninos se llenan con perros abandonados. La protagonista, Lili, una niña de 13 años lucha por proteger a su perro Hagen, pero su padre lo suelta en la calle. Lili comienza a buscar a su perro para salvarlo. Por su parte, Hagen lucha por sobrevivir y rápidamente se da cuenta de que no todo el mundo es el mejor amigo del perro. Hagen termina liderando una revolución contra los seres humanos.
Cual niño con sus botas de agua nuevas, el film chapotea entre distintos tópicos del drama con unos personajes estereotipados que transitan como la típica familia disfuncional, representada por Sándor Zsótér y Zsófia Psotta, padre e hija.
Sándor ha realizado la reciente El hijo de Saúl y Zsófia debuta aquí como actriz. Su papel quizás no destaca lo suficiente, esperemos que tampoco le reste mérito a su correcta interpretación.
Ambos están correctos en sus roles, pero sin deslumbrar. Esto, no lo comento como algo negativo, pero si con la intención de recalcar que no vamos a hallar nada nuevo en ella. No en la relación familiar.
Si hay algo distinto, especial, dignificante en la película, y que además funciona, es su parte canina.
Con dicha premisa, puede parecer que el film nos depara un desenlace frenético y de acción desmesurada. Pero la realidad supera la ficción. Su lentitud, puede poner en jaque la paciencia de más de un espectador poco acostumbrado a películas del ‘talante’ de Ingmar Bergman, Michael Haneke o Lars Von Trier. En cambio, los tolerantes sabrán apreciar las intenciones de una película en la que, en la mayoría de tramos, preside la calma.
White Dog es un film que aflige la moral con contundencia y rotundidad. Su extremo acercamiento a la realidad, se nos antoja como un ejercicio duro de digerir en su mayor parte. Su desenlace nos dejará un sabor agridulce, y casi cualquier persona con sentimientos se verá afectada con este drama en el que, para bien o para mal, los auténticos protagonistas son los animales.
Pero al público que realmente cautivará White Dog, es a aquel que tenga o haya tenido alguna vez en su vida la compañía del mejor amigo del hombre, el perro. White God es un manjar indigesto. El film combina el lado más ‘artístico’ del séptimo arte con algunas secuencias muy loables -gracias al grupo de perros- y, hasta cierto punto, agitadas, pero con predisposición a no acelerar el ritmo global del film.
La película puede parecer querer presumir en algún momento de buscar situaciones morbosas para los amantes de la violencia gratuíta, sobre todo, al pasar por el punto más crítico del film con Hagen como absoluto protagonista, un punto que no desvelaré para no hacer un spoiler.
Sin embargo, lejos de esta supuesta connotación morbosa, al avanzar la película nos damos cuenta, de que es una denuncia en mayúsculas a la despreciable actitud y comportamiento indebido contra el mejor amigo del hombre, el perro.
El guión tiene algunos puntos mejorables, y eso le resta algunos puntos en una valoración global. Hay puntos en que parecen existir ciertas lagunas que derivan en decisiones algo forzadas de los personajes, y que van en favor de la propia historia sin mayores explicaciones.
Que incluso, en alguna ocasión, parecen no ser del todo racionales o coherentes, aunque ya sabemos que el ser humano no siempre lo es.
Por otro lado, las secuencias y el esfuerzo que conlleva dirigir a tal cantidad de perros y con resultados tan bien ejecutados y coreografiados, que resultan absolutamente geniales, muy a pesar de la crudeza en la mayoría.
Sin olvidar el comportamiento y las conseguidas expresiones que adopta Hagen en cada una de las secuencias como auténtico protagonista del film, mal nos pese el sufrimiento. Y que demuestra tanto talento como el mejor de los actores humanos que pueda existir sobre la faz de la tierra. Tan bella como bestia.