Estamos ante las primeras escaramuzas de un largo conflicto: la primera ciberguerra de la historia. Es un momento sumamente interesante. Es por muchos conocidos que las últimas revelaciones de la organización WikiLeaks han puesto al gobierno de EE.UU y al Pentágono en una situación incómoda. Julian Assange, su cabeza visible, está encerrado en alguna nueva Torre de Londres, entre rejas. Y el medio para realizar donativos a esta organización ha sido cortado, ya que Mastercard ha roto el puente que era el sistema PayPal. Como no.
A todo esto, hay que recordar que el gobierno chino ya realizó un masivo ciberataque contra intereses americanos, al dejar fuera de servicio a Google China. Feo. Imagino que hubo respuesta. Una reacción que hoy es de carne y metal, sino, recordad las recientes maniobras militares coreano-americanas al sur de Corea del Norte y muy, muy cerca, de China. Todo es mucho más complejo, ya que el fondo gubernamental chino es el principal comprador de deuda pública estadounidense, convirtiendo a este país en rehén del gigante asiático, que a su vez depende de sus exportaciones a los USA y a Europa, que tanto daño han hecho a las pymes españolas poco tecnificadas, y que es un comercio susceptible a ser cortado de raíz mediante aranceles proteccionistas. Las espadas están en alto.
Ciberguerra, que es lo que interesa. Me sorprende enormemente la fortaleza de WikiLeaks y todo de lo que ha sido capaz. Mi mente paranoico-conspirativa rastrea razones. ¿Está sola WikiLeaks? ¿Hay alguien más detrás de centenares de voluntarios y simpatizantes? Rezo por que sea así. De momento, al encierro de Mr. Assange y a las amistosas reacciones de algunas poderosísimas multinacionales, la red ha respondido con furia y eficiencia. Un supuesta organización de hackers autodenominada Anonymous ha golpeado las páginas de Mastercar, Visa, el gobierno de Suecia, del banco suizo PostFinance, que bloqueó las cuentas de WikiLeaks (¿no podrían también dejar en la red la gente que blanquea dinero o evita el fisco?) etc, etc.
Según mi opinión, este ataque es más un daño moral, de imagen, que otra cosa. Pero es un aviso muy serio. Imaginaos que un/os hackers puedan burlar los sistema de control de una empresa de aguas, o una empresa dedicada a la energía o la de la red eléctrica. El daño sería incalculable, podrían, por ejemplo, crear un apagón de proporciones planetarias. Anonymous, el grupo de cyberactivistas o lo que sea, mediante la Operación Payback ha avisado. Hoy he leído que en Holanda han detenido un hacker de 16 años acusado de bloquer el site de Mastercard. Como ellos mismos han dicho en un comunicado, “hay algunas cosas que WikiLeaks no puede hacer. Para lo demás está la Operación Payback”.
Evidentemente, la mayoría de medios de información tratan esta primera ciberguerra como algo muy secundario, en la creencia de que si no se habla, no existe. Subestiman la red, otra vez. Los lobbies informativos, porque no son otra cosa, vuelven a desenmascararse.
No deja de ser gracioso que la propia Internet sea un sistema difuminado, de multicentros, que impiden perseguir con efectividad al enemigo. De hecho, quiero recordar, Internet fue diseñado por el Pentágono para que la comunicación entre los mandos del ejército estadounidense pudiera sobrevivir, en la red, a un ataque nuclear de la antigua URSS. Esto me recuerda al rearme que realizó los USA a los talibanes para derrotar a los soviéticos cuando éstos ocupaba Afganistán. Entre otras perlas les entregaron los misiles portátiles tierra-aire Stinger, que hicieron desaparecer del cielo a esos famosos helicópteros rusos, auténticas fortalezas volantes. La enseñaza es clara: se muy cauteloso cuando regales juguetes caros. Nunca se sabe cuál será su último fin.
Quisiera hacer una última reflexión moral. Los datos, informes, archivos, divulgados por WikiLeaks son absolutamente brutales, escandalosos. Pero ya sabíamos que todas las grandes potencias cometen actos absolutamente despreciables. ¿Consecuencias de estas revelaciones? Casi nada. Estamos anestesiados, ese es el problema. Y asustados por esta grave crisis. Nuestro mundo cada vez se parece más a las fábulas de Orwell y su 1984, o los cómics de Enki Bilal y su futuro postpunk gobernado por grandes corporaciones. El futuro hoy es presente.
Todo este asunto me hacer rememorar una vieja cita latina: "Vox Populi, Vox Dei Est", o "La voz del pueblo es la voz de Dios".