La participación ciudadana real en la vida pública y la transparencia en las decisiones y actuaciones de los Gobiernos son, al día de hoy, los dos retos más importantes que debe abordar la democracia si quiere generar adhesión social. En caso contrario, perderá todo su valor y será sustituida por la dictadura del capital y las grandes multinacionales, que son quienes, en verdad, mandan, imponen sus programas y obligan a los Gobiernos del mundo y a sus instituciones a cumplir sus dictados al pie de la letra.
Los documentos sacados a la luz por Wikileaks revelan hechos y datos que ya sabíamos o, al menos, intuiamos: la diplomacia estadounidense, como todas, ejerce su labor recurriendo al espionaje, a la corrupción, a la compra y pago de favores, al abuso de poder, al chantaje, a la extorsión y a la amenaza. Sus prácticas son comunes a las empleadas por la mafia y grupos organizados de delincuentes al más alto nivel. Hasta la fecha han contado con un gran aliado: la impunidad. El secreto de estado ha sido una salvaguarda para legitimar presuntos actos delictivos, que antes o después habrán de ser juzgados por la historia.
Las redes sociales están haciendo un buen trabajo y es necesario que estos hechos se conozcan. Imagino que en el futuro se andarán con más tiento, aunque lejos de aprender la lección pretenden matar al mensajero y para ello aplicarán toda su artillería legal o no legal contra Wikileaks y sus responsables. Dice ahora Hillary Clinton, en un alarde de cinismo e hipocresía, que esta última revelación es un ataque a la comunidad internacional. La secretaria de Estado norteamericana miente más que habla. Espiar a la ONU si es un ataque a una institución que se supone inviolable. Lástima que hasta la fecha sólo se haya filtrado información made in USA. Espero con interés el día en que podamos leer los informes de la inteligencia española. Ojalá sea pronto.