Lugar: Noches del Botánico. Madrid
Fecha: 2 julio 2016
Asistencia: 3.000
Artistas Invitados: The Secret Socitey
Precio: 40 euros
Músicos: Jeff Tweedy (voz y guitarras), Nels Clime (guitarras), Glenn Kotche (baterista), John Stirratt (bajista), Pat Sansone y Mikael Jorgensen (multi-instrumentistas)
La inspiradora y agotadora (puta) perfección de Wilco
La jodida perfección de Wilco embelesa hasta la rendición. Y la jodida perfección de Wilco no necesita amplificación eléctrica. Porque empecemos por el final, efectivamente, por ese pasmoso bis en el que se suceden las canciones sin electricidad alguna mediante. Con los integrantes del público pidiéndose silencio unos a otros con una amplia sonrisa en plan 'venga tíos y tías un instante de callarse y tal'. Vale, están usando un micrófono, pero es solo el de Jeff Tweedy y con eso basta. Y todos nos mecemos, nos contoneamos y apretamos los ojos para, como es mi caso, intentar ver algo que perdure para siempre (de verdad, igual el año que viene voy al oculista y me hago unas gafas, porque ver no veo pero yo qué sé, no me deis la chapa).
Centrémonos. Lo de Wilco es de otro planeta, sin más. No ya porque tengan las mejores canciones, que no. Seguramente tampoco sean los más carismáticos, eso tampoco. Pero salen y hay sinceridad en la admiración y honestidad en la ejecución. No es un fanatismo infundado o apoyado en sentimientos anexos, se trata de verdad de algo que funciona porque los músicos buscan la excelencia. Sin duda, una forma poco común 'nowadays' de dar con el éxito. Vale, es posible que esto sea una tontería, porque hay miles de buenos músicos por el mundo, pero es que está Nels Cline ahí ante nosotros, guitarra en mano, y es muy posible que sea el mejor guitarrista de todos los guitarristas que la mayoría no conoce. Y eso emociona mucho.
Lo dicho, empecemos por el final, cuando en ese bis acústico se suceden 'Missunderstood', 'It's just that simple', 'War on war', 'I'm always in love', 'California stars' y 'A shot in the arm' con el grupo plantado en torno al micro de Jeff y el personal, aparte de achinar los ojos para ver (supongamos que solo yo veo borroso), agacha el cuello y pone pose de atención extrema para no perder detalle. Joder, no es para menos, uno no tiene a una banda de este calibre habitualmente tocando así, tan en pelotas. El ambiente, vigilados por la luna medrosa en la maldita Complu (nadie me enseñó jamás nada en esa facultad de aspirantes, pero me encanta pasear por allí y, sobre todo, sacarle el dedito al mastodonte de hormingón de Periodismo), es en definitiva de rendida admiración y camaradería. Un sábado para paladear.
Pero retrocedamos a cuando la luz del sol todavía nos alumbraba y empezaba la cosa con 'More...', acto seguido seguida por 'Random name generator', 'The joke explained', 'I am trying to break your heart', 'Art of almost', 'Pickled ginger' y 'Hummingbird'. Todas ellas interpretadas con un sonido tan perfecto que resulta incomprensiblemente humillante para tantos otros compañeros de profesión que ni de lejos se acercan a este punto. Ejecución perfecta, actitud reverencial del (hoy sí) respetable y velada de sábado que disfrutan, por ejemplo, Marc y Belly de Dorian como dos 'niños chicos' atrapados por la intensa emotividad y el estupendo acabado de la propuesta.
El impacto inicial no es que se diluya, pero digamos que el personal se relaja y comienza al fin a comportarse con eufórica naturalidad a partir de 'Handshake drugs', cuando el típico cántico de una noche de concierto se hace norma. Luego todos nos asentamos con 'Kamera', 'Where do I begin', 'Cold slope', 'King of you' y las excelentes 'Via Chicago', 'Spiders' y 'Jesus Etc'. Es el tramo más festivo de un recital que, de verdad, queda si acaso lastrado por esa inmejorable ejecución que termina por avergonzarnos a todos los presentes. Porque de alguna manera es un ejemplo, porque si cada uno en nuestro campo diéramos estas lecciones aparentemente sencillas, definitivamente el mundo giraría más suave.
Y puede que echemos en falta estribillos y pogos, qué sé yo, no es lo que Wilco te va a dar, pero el ambiente es propicio. Se trata, en cualquier caso, de tratar de poner alguna pega a la impolutidad (estoy casi seguro al 99,9% de que esta palabra tan guay no existe) de Wilco, que todavía suben varias capas atmosféricas con 'Box full of letters', la pegada de 'Heavy metal drummer', el trote de 'I'm the man who loves you' y 'Dawnend on me', antes de acabar el set principal con la emotividad de 'The late greats'.
Me he saltado la penul, me he saltado 'Impossible Germany' porque le decía a mi chica, de camino, después de una opípara comida con amigos y con todo lo que tradicionalmente va detrás, que yo haría miles de kilómetros para escuchar justamente esa canción. Y no me equivoco, porque cuando suenan las primeras notas el público aúlla y se muestra impaciente ante ya sabéis qué, ante ese solo de guitarra de Nels que es la vida misma y que nos clava a todos al sitio, brazos en alto, ojos rebosantes de derramadas lágrimas rojas. Vine aquí por varias razones pero una era esta y la obtuve. Joder, menudo temón.
Después se apagaron todos los micrófonos menos el de Jeff, el más improbable de los frontman del rock, con su viejo gorro, su oronda panza, su lacónico pero emotivo canto. Igual no os lo creéis, pero hubo un rato en el que el guión se fue de madre y el vocalista pidió (y consiguió un poco) su ración de "oé oé oé". Fue, quizás, la única concesión a la parafernalia del rock en vivo que nos regaló Wilco. El único cliché que fue más allá de llegar, tocar y vencer. Sin más argumentos que la fina interpretación y la certera pegada de unas malditas canciones con vida propia. No me voy a poner hiperbólico esta vez para terminar pero, ay amigos, Wilco.
Ay y, por cierto, el lugar del concierto, dentro del ciclo 'Noches del Botánico', es fabuloso. Sin más. Y no, no me pagan, no me patrocinan. Sencillamente suena genial, los precios son más que razonables, sopla una leve brisa cuando se va el sol, estás en la Complu... qué sé yo, es que a cielo abierto todo es siempre infinitamente mejor.