Revista Coaching

WILHELM BACKHAUS: Analizando problemas técnicos

Por Francisco José Balsera Gómez @fjbalsera

El joven artista alemán, Wilhelm Backhaus, estaba sentado cómodamente en su espacioso estudio del Ritz, en Nueva York, cuando se le hizo esta pregunta. Tenía a mano un piano de cola, así que el pianista deslizaba rápidamente sus dedos sobre el teclado de vez en cuando o ejemplificaba algunos aspectos técnicos mientras los comentaba.

"En respuesta a esa pregunta diré que consigo esos efectos gracias a la escucha, el análisis crítico y la evaluación, trabajando ese pasaje hasta que consigo lo que quiero. Desde ese momento, si deseo obtener el mismo efecto, lo puedo reproducir sin ningún problema. No obstante, algunas veces deseo cambiar e intentar algo diferente.

Soy un poco particular a la hora de sentarme al piano. Me gusta sentarme más bajo que la mayoría de los aficionados que, en general, tienden a sentarse demasiado altos. Mi banqueta ha sido reparada en varias ocasiones y le puedo enseñar lo baja que es.

Estoy chapado a la antigua en cuanto a la utilización de las escalas y de los arpegios. Algunos de los intérpretes de hoy en día parece que no utilizan estos recursos y pienso que son muy importantes. Esto no quiere decir exactamente que yo recorra todas las tonalidades cada vez que estudio las escalas, pero selecciono unas pocas cada vez y trabajo con ellas. Comienzo con ejercicios muy simples, paso del pulgar y movimientos en cada sentido, principalmente para los arpegios. Este trabajo permitirá abordar los pasajes más difíciles. Unas pocas dosis de este remedio harán que la mano del pianista vuelva a estar de nuevo en perfectas condiciones."

El pianista volvió al teclado e ilustró con claridad lo que estaba diciendo.

"Como puede ver, inclino la mano considerablemente sobre las teclas, porque esta posición oblicua es más cómoda y la mano puede adaptarse a los intervalos de los arpegios o al paso del pulgar en las escalas. Algunos pueden pensar que saco el codo demasiado, pero no me preocupa si de esta manera consigo que la escala suene uniforme."

"Tengo que repasar mi técnica una o dos veces a la semana para ver que todo funciona correctamente y, por supuesto, las escalas y los arpegios forma parte de esa crítica constructiva. Las trabajo en legato, staccato y otros tipos de toque pero mayoritariamente en legato porque, de alguna manera, es más difícil y más bello que los otros.

Quizás tengo lo que se denomina una técnica natural, es decir, una aptitud innata que me permite desarrollarla fácilmente y permanece conmigo para siempre. Hoffmann tiene este tipo de técnica natural y también d'Albert. Por supuesto, tengo que trabajar la técnica. No me gustaría que se estancara. Amo el piano demasiado como para descuidar cualquier parte del trabajo. Un artista debe por él mismo y por su público mantenerse en perfectas condiciones porque al auditorio hay que ofrecerle siempre lo mejor. Solo quiero decir con esto que yo no tengo que trabajar la técnica con tanta laboriosidad como hacen otros. Sin embargo, estudio la técnica diariamente y además diré que puedo hacer muchísimo en poco tiempo. Cuando estoy de gira, le intento dedicar una hora diaria, nada más."

Al hablar de la acción de los dedos, el señor Backhaus continuó:

"Sí, por eso levanto mis dedos siempre que sea necesario, nada más. ¿Conoce a Breithaupt? Bien, él no está de acuerdo con este tipo de ejercicios (lo muestra en el piano) que consisten en retener algunos dedos y levantar otros al trabajar la técnica, pero yo sí. En cuanto al metrónomo, lo defiendo porque permite cultivar el sentido del ritmo en aquellos que carecen del mismo. Lo utilizo algunas veces para ver la diferencia que hay entre el ritmo mecánico y el ritmo musical, porque no siempre son iguales.

¿Conoce los ejercicios técnicos de Brahms? He sacado mucho provecho de los mismos y, como puede observar, los llevo a todas partes conmigo. Son excelentes.

Me pregunta sobre las octavas. Es cierto que, ahora mismo, para mí son fáciles, pero recuerdo perfectamente el momento en el que me resultaban difíciles. La única opción es trabajarlas constantemente. Obviamente, son más difíciles para las manos pequeñas. Hay que tener mucho cuidado para no crear tensión y agotar a la mano. Un poco cada vez, en pequeñas dosis, y en seis semanas deberían verse resultados. Remar es una actividad estupenda para fortalecer las muñecas y trabajar las octavas.

Quiere saber de qué manera obtengo potencia sonora en el piano. Esta es una pregunta compleja. ¿Por qué un niño aprende a nadar casi inmediatamente mientras que otro no lo consigue hasta que pasa un tiempo considerable? Para el primero se trata de algo natural, tiene un don, por decirlo de alguna manera. Sucede lo mismo con el tema de la calidad sonora en el piano. Ciertamente, no son únicamente el físico o a la fuerza bruta los que hacen que un atleta obtenga suficiente potencia. Es ese "don" o mejor dicho, es el resultado de la relajación, como usted sugiere.

Tratemos ahora el tema de la velocidad. Nunca trabajo este tema como otros lo hacen. Rara vez practico a gran velocidad porque eso interfiere con la claridad. Prefiero tocar más despacio, prestando la máxima atención a la limpieza y a la obtención de un buen sonido. Al actuar de esta manera veo que cuando necesito velocidad, la tengo.

No soy pedagogo ni tengo interés en serlo. No tengo tiempo para enseñar. Mi estudio y los conciertos consumen todo mi tiempo. No creo que uno pueda enseñar y tocar al mismo tiempo satisfactoriamente. Si me dedicara a la enseñanza, no hay duda de que adquiriría el hábito de analizar y juzgar el trabajo de los demás al explicar y mostrar cómo debe realizarse alguna cosa. No soy ni un crítico ni un profesor, por lo que no siempre sé de qué manera consigo obtener unos efectos determinados en el piano. Toco al igual que "el pájaro canta", como dice una antigua canción alemana.

"MacDowell ha escrito música muy agradable y hermosa. Estoy muy familiarizado con su Concierto en Re menor, algunas de sus piezas breves y las sonatas. En cuanto a los conciertos modernos para piano, no hay muchos que digamos. Tenemos el de Rachmaninoff, el de MacDowell que ya he mencionado, el de Rubinstein en Re menor y el de Saint-Saens en Sol menor. También hay un concierto de Neitzel que es bastante interesante y no recuerdo que haya sido interpretado en América. Lo he tocado en la otra parte del mundo pero lo podría interpretar aquí en mi gira actual. Se trata de un Concierto elegante, en el que el compositor ha puesto sus mejores ideas, sentimiento y energía."

Cuando llegó a mis oídos la elocuente crítica del segundo Concierto de Brahms, que el señor Backhaus ofreció poco después con la orquesta sinfónica de Nueva York, recordé un evento memorable que sucedió durante mis años de estudiante en Berlín. Era un concierto muy especial en el que el invitado de honor y solista era ni más ni menos que el propio Brahms. Von Bülow dirigía la orquesta y Brahms tocaba su segundo Concierto. El maestro de Hamburgo no era un virtuoso según el significado que este término tiene en la actualidad. Su toque en el piano era en cierta manera duro y seco, pero tocó la obra con una encomiable destreza e imponía su figura sentada al piano con su cabeza grande y su barba larga. Por supuesto, su interpretación causó un enorme entusiasmo. Los aplausos y vítores no cesaban y se le entregó una enorme corona de laurel. Mencioné esta experiencia al señor Backhaus unos pocos días después.

"Toqué el Concierto de Brahms por primera vez en Viena bajo la dirección de Hans Richter. Él me había aconsejado estudiar la obra. Los americanos están empezando ahora a admirar y apreciar a Brahms. Se ha puesto de moda aquí.

Al estudiar este Concierto para piano y orquesta, no solo debo conocer mi propia parte sino también todas las demás, esto es, lo que hace cada instrumento. Siempre estudio un concierto con la partitura orquestal, de forma que puedo ver absolutamente todo."

Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.

Traducción: Francisco José Balsera Gómez


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