Revista Coaching

Wilhelm Backhaus: El pianista del mañana

Por Francisco José Balsera Gómez @fjbalsera

Es de alguna manera sorprendente la poca diferencia que hay entre el material didáctico que se utiliza actualmente para enseñar piano y el que se usaba hace cuarenta o cincuenta años. Por supuesto, se ha publicado una notable cantidad de material técnico nuevo, así como ejercicios, estudios, etc., lo que constituye una mejora frente a lo que teníamos antes, pero, en general, esta mejora ha sido muy leve en comparación con los sorprendentes avances que se han producido en otras ciencias y ramas del saber.

Da la impresión de que la ciencia de la Música (porque los procesos de estudio del arte son indudablemente científicos) deja poco margen de acción a los nuevos investigadores. A pesar de la gran cantidad de estudios que se han escrito, imaginemos por un momento qué pobre sería la técnica musical sin Czerny, Clementi, Tausig, Pischna, por no decir nada de las grandes composiciones de Scarlatti y Bach, que influyen en la técnica pero que son además verdaderas obras de arte.

Personalmente, cuando estoy preparando un concierto, practico escalas por encima de cualquier otro ejercicio técnico. Si añadimos a esto el trabajo de arpegios y el repertorio de Bach, tenemos la base sobre la que se sustenta mi trabajo de técnica pianística. Los pianistas que sienten curiosidad sobre mi manera de estudiar se sorprenden cuando les digo que las escalas son la base de mi técnica, esto es, las escalas y, por supuesto, el trabajo duro. Evidentemente piensan que tengo algún secreto alquímico, como la piedra filosofal que fue diseñada para convertir los metales más básicos en oro. No poseo ningún secreto que cualquier estudiante serio no pueda adquirir si trabaja con la música el tiempo suficiente. Hay algunos aspectos artísticos que solo se obtienen con una experiencia y práctica continuada en el tiempo.

Así como el químico encuentra el resultado deseado mediante eliminaciones interminables y desgarradoras, el artista debe sopesar y probar sus recursos hasta encontrar el que tiene más probabilidades de producir el resultado más bello o apropiado. Pero esta búsqueda para conseguir el efecto deseado tiene poco que ver con el tipo de técnica que se necesita para mantener debidamente ejercitados los músculos que se utilizan al tocar el piano, y puedo repetir con rotundidad que la fuente de mis recursos técnicos son las escalas y nada más que las escalas. Su practica diaria no es solo beneficiosa, sino que es necesaria. Es importante estudiar las escalas media hora cada día.

BACH MUSICALMENTE OMNIPOTENTE

Parece absurdo repetir lo que ya se ha dicho tantas veces sobre el maravilloso músico Johann Sebastian Bach. Sin embargo, puede que todavía haya quienes no se hayan familiarizado con el hecho indiscutible de que la práctica de Bach es el camino más corto y rápido para obtener el perfeccionamiento técnico. Busoni ha ahondado en detalles sobre Bach, por imposible que parezca; pero al igual que un puente moderno a veces se construye sobre maravillosos cimientos antiguos, Busoni ha tomado la idea de Bach y, con su capacidad de penetración e interpretación ha sabido hacer más claro y eficaz su significado. Cualquier joven pianista que aspire a tener sus manos en condiciones de responder a las sutiles sugerencias de su cerebro puede adquirir una maravillosa base mediante el uso de escalas, de Bach y de los arpegios.

LO VIEJO QUE SIEMPRE ES NUEVO

He visto muchos tipos de recursos que se han utilizado en el aprendizaje del piano. Algunos parecen un intento de ahorrar tiempo a expensas de la minuciosidad. Además, es probable que los recursos que han producido los grandes pianistas del pasado difieran poco de los que aportarán los pianistas del futuro.

El maestro ultramoderno que tiende a pensar que las escalas son algo anticuado debería escuchar a de Pachmann, que practica estos ejercicios todos los días. De Pachmann, que desde hace muchos años es un virtuoso, todavía ve que la práctica diaria es necesaria y, además de las escalas, toca una gran cantidad de repertorio de Bach. Actualmente su técnica es más potente y completa que nunca, y él lo atribuye a los recursos más sencillos.

DIFICULTADES EN LAS NUEVAS OBRAS PARA PIANO

A menudo me han preguntado si el futuro de la composición para piano está destinada a alterar la técnica del instrumento, como ocurrió con las composiciones de Liszt, por ejemplo. Esta es una difícil cuestión, pues parecería que se ha alcanzado el límite de la dificultad pianística con las composiciones y transcripciones de Busoni y Godowski. La nueva escuela francesa de Debussy, Ravel y otros es diferente pero no plantea mayores exigencias técnicas.

Sin embargo, es difícil para uno imaginar algo más complicado que los arreglos de los estudios de Chopin por Godowski. No veo cómo puede ir más allá la técnica del piano, a menos que uno tenga más dedos o más manos. El tratamiento que hace Godowski de estos estudios es maravilloso no solo desde el punto de vista técnico, sino también desde la perspectiva musical. Ha añadido un nuevo sabor a la obra maestra de Chopin. Ha creado unos estudios muy interesantes e ingeniosos tanto en la armonía como en el contrapunto, de modo que uno olvida las dificultades técnicas al observar la belleza de las piezas. No se puede decir que se haya realzado su belleza original, pero ha hecho de estos estudios unas obras maravillosamente fascinantes a pesar de sus molestas complicaciones para el estudiante.

LO DIFÍCIL YA NO SORPRENDE

Afortunadamente ya pasó la época en la que la demostración de una sorprendente habilidad técnica era suficiente para que un pianista obtuviera una gran reputación. Los dispositivos mecánicos para tocar probablemente hayan sido los responsables de esto. El público se niega a admirar cualquier cosa que pueda ser hecha por una máquina y anhela algo más fino, más sutil, más estrechamente relacionado con el alma del artista. Sin embargo, esto no significa que se desestime la necesidad de una técnica integral. Todo lo contrario. La necesidad de una técnica completa es mayor que nunca. Pero la demanda del público por lo puramente musical, lo puramente artístico, se manifiesta continuamente.

Los compositores modernos escriben con esta idea en mente y no con grandes combinaciones de pasajes técnicos. El gigante de hoy, en mi opinión, es indiscutiblemente Rachmaninoff. Está escribiendo la mejor música original para piano de cualquier compositor vivo. Todas sus composiciones son pianísticas y no se digna complacer el gusto del público. Es un hombre con una mente extraordinaria y, además, tiene un delicioso sentido de la proporción y un sentimiento por lo bello, lo que le convierte en un compositor de primer nivel. Sus composiciones perdurarán de por vida.

COMPOSICIONES MODERNAS

Otros compositores, como Scriabin, me llaman menos la atención, aunque soy sensible a la belleza de muchas de sus composiciones. Sin embargo, no tienen el espléndido molde de Rachmaninoff ni su vigorosa originalidad. Sin duda algunos de estos hombres crearán grandes composiciones en el futuro. Las obras que simplemente son malas difícilmente valen el papel en el que están escritas, porque no perdurarán. Las composiciones que sí que se mantendrán vivas son las que aporten un pensamiento nuevo, original, inspirado, noble y elemental, pero elaborado con la artesanía distintiva del gran maestro.

Soy muy partidario de Debussy. Tiene una atmósfera extraordinaria y, una vez que uno se ha acostumbrado a él, sus composiciones resultan seductoras, en particular sus "Homage à Rameau", "Jardins sous la pluie" y "D'un cahier d'esquisses", que he estado tocando en mi gira americana.

LAS OBRAS MÁS DIFÍCILES

Continuamente me preguntan: "¿Cuál es la obra para piano más difícil?" La pregunta siempre me hace gracia, pero supongo que es muy humana y similar al deseo de saber qué edificio o montaña es la más alta, qué río es el más largo o qué castillo es el más antiguo. ¿Por qué se concede tanta importancia a la propia dificultad? Por extraño que parezca, nadie parece considerar necesario preguntar: "¿Cuál es la pieza más bella?".

La dificultad en la música no debe de ninguna manera estimarse por la complejidad técnica. Tocar bien un concierto de Mozart es una tarea colosalmente difícil. El pianista que ha trabajado durante horas para lograr que una composición de este tipo se acerque lo más posible a su concepción de la perfección nunca recibe el crédito de su trabajo, excepto por unos pocos conocedores, muchos de los cuales han pasado por una experiencia igualmente exigente. Se pueden dedicar meses de estudio a obras comparativamente simples, como las Sonatas de Haydn o las de Mozart, y el público aficionado no ve el acabado o pulido adicional tan evidente para el virtuoso.

Lo contrario de esto también sucede. Una pequeña muestra de valentía y arrojo, posiblemente en un pasaje que no le haya costado al pianista más de diez minutos de práctica frívola, convertirá a muchos de los oyentes irreflexivos en una multitud enloquecida. Esto, por supuesto, es muy angustiante para el artista sincero que procura hacerse un nombre por lo que verdaderamente vale.

Por supuesto, hay algunas obras que presentan dificultades que pocos se esfuerzan lo suficiente por superar. Entre ellas, podemos mencionar los Estudios de Godowsky-Chopin (especialmente el estudio en La bemol, Op. 25, nº 1, que siempre resulta desesperante para el estudiante de un buen nivel avanzado); La Fantasía Don Juan de Liszt; las Variaciones Brahms-Paganini y la de Beethoven, que demanda una enorme habilidad técnica. Ciertamente uno se ahorra muchas molestias cuando lo descarta de su repertorio. Si estas cuatro piezas no son las más difíciles, ciertamente se encuentran entre las más complejas.

¿POR QUÉ NO BUSCAR LA BELLEZA?

Pero, ¿por qué buscar dificultades cuando hay tantas obras muy hermosas sin ser tan difíciles? ¿Por qué intentar hacer un ramo de árboles de roble cuando el suelo está cubierto de flores exquisitas? El piano es un instrumento solista y tiene sus limitaciones. Se dice que alguna música para piano suena orquestal. De hecho, una gran parte de ella sonaría mejor con la orquesta.

La música de piano real es rara. El piano parece quedarse pequeño para algunos de nuestros compositores modernos más destacados. Cuando escriben para piano, parecen exhibir un anhelo oculto por los cien o más hombres de la orquesta. Una de las razones por las que me atraen las obras de Debussy es porque logra poner mucho color en sus piezas para piano sin sugerir la orquesta. Gran parte de su música es maravillosa en este aspecto y, además, los músicos del futuro apreciarán este hecho cada vez más.

EJERCICIOS QUE AYUDAN DE FORMA INMEDIATA

No se puede depender de ningún ejercicio para satisfacer las diversas dificultades que surgen en la práctica diaria, pero frecuentemente he empleado uno muy sencillo que parece "estimular" muscularmente a la mano en un tiempo relativamente corto. Es tan fácil que me cuesta sugerirlo. Sin embargo, los procesos elementales a veces conducen a grandes resultados. Las pirámides egipcias se construyeron mucho antes de la era del vapor y la electricidad, y los científicos todavía se preguntan cómo se colocaron esas enormes piedras.

El ejercicio que más utilizo, aparte de las escalas, se basa realmente en un principio que se emplea constantemente al tocar todas las escalas y el piano en general: el de colocar el pulgar encima y debajo de los dedos. ¿Alguna vez te detuviste a pensar con qué frecuencia se emplea esto? Apenas uno da un paso más allá de los primeros niveles del aprendizaje y se topa con esta cuestión. Exige una acción muscular completamente diferente a la de presionar las teclas, ya sea con el dedo, el antebrazo o el brazo.

Comenzando con el principio antes mencionado e ideando nuevos ejercicios para satisfacer la necesidad tan humana de variedad, suelo tocar algo parecido a esto:

Wilhelm Backhaus: El pianista del mañana

A continuación, utilizaría otra digitación:

Wilhelm Backhaus: El pianista del mañana

El siguiente ejercicio podría ser:

Wilhelm Backhaus: El pianista del mañana

Transporto el fragmento en diferentes tonalidades, por ejemplo:

Wilhelm Backhaus: El pianista del mañana


Tenga en cuenta que no estoy proporcionando un ejercicio arbitrario, sino simplemente sugiriendo el plan sobre el cual el estudiante puede trabajar. Es muy divertido inventar nuevos ejercicios porque ayudan al estudiante a concentrarse. Por supuesto, estos ejercicios sólo deben realizarse después de que se hayan agotado todos los de tipo estándar que se encuentran en los libros.

EVITAR LOS EJERCICIOS DEMASIADO DIFÍCILES

A menudo pienso que los profesores cometen un gran error al dar ejercicios demasiado complicados. Un ejercicio difícil impide el pensamiento claro y la concentración. Un ejercicio sencillo nunca parecerá aburrido o árido si la ambición del alumno es la correcta. Al fin y al cabo, no se trata tanto de lo que se hace sino de cómo se hace. Se debería pensar menos en el material y más en la corrección a la hora de tocar. Es preciso que haya variedad en los estudios que se trabajen. También es aconsejable que haya cambios en cada período de práctica, ya que así se proporciona al alumno nuevo material que le hace pensar. Hay cientos de ejercicios distintos en la bibliografía existente, y el estudiante no tiene motivos para sufrir por falta de variedad.

Si deseas conocer más sobre la filosofía musical y pianística de Wilhelm Backhaus, puedes visitar la siguiente entrada del blog pinchando con el ratón AQUÍ.

- Cooke, J.F. (1917). Great pianists on piano playing: Study talks with foremost virtuosos. Philadelphia: Presser.

Traducción: Francisco José Balsera Gómez


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