Sea como fuere, esta zona costera paradisiaca y tranquila es elegida por algunos estadounidenses adinerados para invertir y como no, para descansar pero el descanso fue perturbado durante dos años y medio no por un toro, sino por una bestia humana, apodada como ‘salvaje Bill’ que eligió esa zona para cometer sus crímenes. ¿Qué mejor lugar para matar y apoderarse de los bienes de sus víctimas y no ser descubierto que un lugar perdido en la costa panameña?
William Holbert y Laura Reese
A finales de 2007 el ‘salvaje Bill’ puso rumbo a Panamá junto a su esposa Laura Michelle Reese, huyendo de la justicia estadounidense. Por lo visto, William vendió presuntamente una propiedad de la que no era el titular en Carolina del Norte, del robo de un vehículo y usar nombres falsos para evitar a las autoridades en un total de seis estados.A su llegada al país centroamericano, tanto él como su esposa cambiaron sus nombres –William Cortez y Jane Cortez- y se pusieron manos a la obra, al acecho de ricos empresarios paisanos suyos para hacer “negocios”, dispuestos a “comprar” propiedades.En diciembre de 2007 la pareja criminal vio un anuncio en el que se vendía una finca. Contactó con el propietario, Michael Brown quien se ofreció a hospedar al falso matrimonio Cortez.por unos días. Brown convivía con su esposa y su hijo de 18 años. Una vez ganada su confianza y sacarles la información que le interesaba (dinero en efectivo y depósitos bancarios) los mató uno por uno, el mismo día, en momentos diferentes, de un tiro en la cabeza y con alevosía. El mismo ‘salvaje Bill’ hizo el esfuerzo de cavar las tumbas en la propiedad. Después de enterrar los cuerpos, la finca pasó a llamarse ‘Hacienda Cortez’ y para no levantar sospechas a los vecinos del lugar les hizo saber que los Brown le habían vendido la propiedad y se habían marchado al extranjero.La cuarta víctimaBo Icelar, de 58 años de edad tenía dos fincas en Aguacate, el mismo término municipal donde se ubicaba ‘Hacienda Cortez’. Las propiedades figuraban a nombre de la sociedad Iguana Limited Corporation.
Un día de marzo de 2009, el ‘salvaje Bill’ contactó con él para hacerse con una de las fincas. En la residencia habitual, mientras negociaban el precio, Bo corrió la misma suerte que los Brown. A traición, el asesino le disparó en la nuca. Después de eso, cavó una fosa y lo enterró. Seguidamente se apoderó de las escrituras de la propiedad.La quinta y última víctimaWilliam Holbert y su esposa estaban desatados. Se habían integrado completamente al lugar y a sus gentes, incluso organizaban fiestas en ‘Hacienda Cortez’. Habían entablado amistad con varias personas, entre ellas con Cheryl Hugues, quien le había confesado a Bill que se sentía muy deprimida, ya que su marido tenía una amante y ella quería vender el hotel que regentaba e irse de Bocas del Toro y, como no podía ser de otro modo, al ‘salvaje Bill’ se le dibujaron el símbolo del dólar en sus pupilas, por lo que una noche de abril de 2010 invitó a su amiga a cenar en ‘su’ finca, aprovechando que Laura se encontraba de viaje. Organizó el banquete –sepultura incluida- y después de la velada, con sangre fría y alevosía la mató con el mismo ‘modus operandi’ que las anteriores víctimas, de un tiro en la nuca. Tras enterrar el cuerpo, se hizo con su teléfono móvil y mandó el siguiente mensaje a sus contactos: “Me voy a otro país en velero”.Y como no, se hizo con el hotel y los bienes de Cheryl. Para celebrarlo se fue con la Sra. Cortez de vacaciones al fresco de las montañas en Boquete, pero allí, en su descanso recibió la llamada de un amigo advirtiéndole de que la policía le buscaba.Finca robada a Cheryl Hugues
Denuncia, juicio y sentenciaEl 12 de julio de 2010, Keith Martin, presentó una denuncia ante la policía por la desaparición de su esposa, Cheryl Hugues. Hacía meses que no sabía nada de ella y sospechaba que William Holbert tenía algo que ver.
Los investigadores encontraron el cuerpo de Cheryl enterrado en la finca de ‘Hacienda Cortez’. Rápidamente cursaron una orden internacional de búsqueda y captura.A finales de julio de 2010 los ‘Señores’ Cortez fueron detenidos en la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, confesando Holbert todos los crímenes con pelos y señales.En julio de 2017 tuvo lugar el juicio y el 14 de agosto se hizo pública la sentencia, en la que William Holbert fue condenado a 47 años y un mes de prisión y su esposa Laura Reese a 26 años y 4 meses por complicidad.