Es curioso, ahora que lo pienso, el poco trabajo sistemático que le he dedicado a William James en este blog. Curioso digo, porque mi tesina de bachillerato estuvo dedicada íntegramente a James y porque mi actual tesis de maestría tiene como eje central al mismo autor. Y aunque esto es cierto y es James el filósofo que mejor conozco, no me he preocupado suficiente por compartir mi trabajo sobre él en este blog. Lo he mencionado varias veces, he puesto algunos tags en artículos que hablan de él tangencialmente, pero no le he dedicado el tiempo que se merece. Pues bien, creo que ya es hora y sobran razones para hacerlo.
En primer lugar, porque este año se cumple el centenario de la muerte de James. Suficiente razón para escribir un poco más sobre un autor que en Perú se conoce poco y cuyo valor para la historia del pensamiento es mucho mayor de lo que se piensa. En segundo lugar, porque James, más allá de la dimensión filosófica, fue un ser humano fascinante. Miembro de una familia americana sin par, hermano del no menos famoso Henry James, padre de la psicología contemporánea, el gran difusor del pragmatismo, médico, científico, ensayista, explorador, pintor, viajero, curioso incansable, etc. En tercer lugar, porque me permite exponer sus ideas a un público variado cuyas críticas, comentarios y aportes pueden ser muy constructivos para el desarrollo de mi propia labor filosófica. Por estas y otras razones, creo que es pertinente y necesario iniciar un ciclo itinerante de artículos sobre William James.
Comenzaré esta vez con un grupo de posts que tendrá como hilo conductor el tema de la “experiencia”. Esta es una noción central para el pragmatismo, sobre todo para el de James y Dewey. Conocer el rol de la experiencia para nuestro autor es fundamental y lo es porque es uno de los ejes cardinales de su pensamiento, sin el cual es difícil entender la novedad y el vigor de la reflexión filosófica de William James. En ese sentido, trataré de presentar algunas ideas sobre esta materia viendo las conexiones de James con Charles Sanders Peirce, los elementos propios de James, las dificultades del planteamiento, entre otras cuestiones.
Los invito, pues, a una lectura atenta de un material que comparto con mucho cariño. Con cariño, digo, porque son pocos los pensadores cuya vida y cuyo trabajo intelectual me inspiran profundo respeto y admiración. De hecho, hasta donde sé, la lista es breve y se reduce a tres personas: Gustavo Gutiérrez, William James y John D. Caputo. Son tres personajes bastante distintos, de corrientes algo disímiles y de vidas, también, bastante distintas. Sin embargo, los tres a su manera, me parecen personas y escritores inspiradores. A Gustavo y a Jack Caputo les he dedidaco ya varias líneas, toca ahora hacerle algo de justicia a James. De aquí en adelante, entonces, los dejo en compañía de James por algunos días. Disfruten la lectura!
Archivado bajo:William James Tagged: Gustavo Gutiérrez, John D. Caputo, John Dewey