Años después de las experiencias anteriores tuve el privilegio de trabajar con el decano de todos los profesores americanos de piano, el Dr. William Mason. Yo había pasado varios años estudiando en Europa con Scharwenka, Klindworth y von Bülow, y había regresado a mi país para proseguir mi formación. Pronto destiné la mayor parte del tiempo a la enseñanza y temí por el aspecto interpretativo, que podía quedar relegado a un segundo plano a no ser que me pusiera bajo la supervisión de algún maestro. Con esta idea en mente, me presenté ante el Dr. Mason.
"Has estudiado con Sherwood ", dijo. "Tiene excelentes ideas sobre el toque y la técnica, algunas de las cuáles las aprendió de mí pero no pretendo quitarle ningún mérito. Sherwood tiene el verdadero toque pianístico, ese que muy pocos pianistas poseen. Klindworth no lo tenía, ni von Bülow, ni incluso Liszt, porque buscaban una forma de tocar más orquestal. Sherwood tenía este toque, así como Tausig, de Pachmann y Rubinstein. No se enseña en Alemania como debería enseñarse. Los mejores profesores americanos están muy adelantados en este tema. Dentro de unos años, los europeos vendrán a nosotros para aprender estas cosas (esta era también la idea de Sherwood).
La primera obra que interpreté ante el Dr. Mason fue la Rapsodia en sol menor de Brahms con la que él estaba poco familiarizado. La toque de arriba abajo sin interrupciones y parece que le gustó. "Tienes un sonido muy bonito, realmente bello, y tocas de forma muy artística. Te sale de manera natural. También posees una mano bien entrenada. Debo decir que en mis cuarenta años dedicados a la enseñanza del piano, nadie ha venido a mi clase con una posición de manos tan buena o con unas condiciones tan naturales y óptimas. ¿Qué crees que puedo hacer por ti?"
Le dije que necesitaba nuevas ideas para aplicar como docente además de mantenerme en forma con mi propia práctica.
"Te explicaré mis ideas y estudiaremos las obras juntos. Todo está en la manera en que estudiamos pero esto es algo que no se puede enseñar. Tuve que tocar durante diez años ante el público para averiguar el secreto.
Practica lentamente y en secciones. No solo deben tocarse todas las notas, sino que debes trabajarlas a fondo. Tiene que haber una base firme y sólida en la interpretación pianística. Esta base únicamente puede conseguirse con un estudio lento, paciente y perseverante. Si el pianista no controla sus dedos al tocar una pieza lentamente, difícilmente podrá interpretarla a una velocidad mayor. Es preciso el estudio lento, seleccionando una dificultad en cada momento, y estudiando cada mano por separado. Las tácticas de Napoleón, una división cada vez, se aplica al estudio de la música. Por encima de todo, no te apresures cuando toques una fuga, el error universal. Bach requiere un trino más lento que el utilizado en la música moderna. Los acordes no deben tocarse de manera percusiva sino con presión. Los puntos más importantes de la práctica pianística son el sonido y el sentimiento. Cuando empieces una nueva obra, estudia unos pocos compases lentamente, haz lo mismo con los siguientes, pero no practiques toda la pieza de una sola vez.
Al igual que sucede en la vida, cada experiencia alegre o triste deja en nosotros un poso. Cada vez que practicas el piano, avanzas o retrocedes. El estudio correcto, como los buenos modales en un niño bien educado, se convierte en algo habitual. Ya que estamos influenciados para bien o para mal por aquellos con quienes nos relacionamos, del mismo modo estamos influenciados por el carácter y la calidad del sonido que hacemos y escuchamos. Tienes que tomártelo en serio. Pon tu corazón y tu alma, todo tu ser, en la interpretación."
Entre otras obras estudiamos juntos la Sonata en fa menor de Schumann, la Sonata Eusebius, un trabajo magnífico. En el movimiento inicial, la mano izquierda debería tener un carácter serio y pesado, con la mano y los dedos agarrados de cerca a las teclas, utilizando el peso del brazo. La melodía en octavas de la mano derecha está suplicando, rogando, implorando. En muchos momentos el toque es muy elástico. El segundo movimiento comienza muy suave, como si escucháramos vagamente algo en la distancia y no sabemos lo que es, aunque podríamos pensar que se trata de música. Los acentos de este movimiento deben entenderse en grado comparativo y no son tan fuertes como las marcas parecen indicar. El Scherzo es enormemente pomposo y hay que tocarlo con acentos pesados y energía. En cuanto a los acordes, deben tocarse con la máxima libertad y velocidad. Debe usarse el principio de "avanzar" que Paderewski llevó a la perfección.
Seguidamente abordamos el Concierto de Grieg. La edición Peters ha sido corregida por el compositor. En la primera clase, el Dr. Mason acompañó en un segundo piano y parece que estaba satisfecho con el trabajo que yo había hecho, pues no hizo correcciones excepto alguna sugerencia en cuanto a subir la velocidad. "No es que quiera interferir en el cuidado que pones en la interpretación, pero deberías arriesgarte más desde el principio de la obra. Me recuerdas al joven que ha sido criado con mucho mimo. Cuando llega la hora de que esa persona afronte la vida por sí mismo, se queda paralizado y tiene miedo, mientras que otro con más coraje da el salto y aprovecha las oportunidades que surgen."
Vimos el segundo movimiento con mucho detalle. "Fíjate que al final del segundo solo se puede crear un efecto lento y soñador, y el pedal se puede utilizar de forma muy artística en los siguientes acordes. El tercer movimiento tiene un balanceo y marcha siempre hacia adelante. La cadencia con el pasaje de octavas debería estudiarse mediante grupos rítmicos y el andante final debe ser rápido."
La tercera vez que tocamos el concierto ya lo tenía controlado. El Dr. Mason me acompañó como sólo él sabía hacer y al final me felicitó por la forma en que lo había tocado, y la poesía y pasión que había puesto. ¡Cómo no se va a tocar así con semejante profesor!
El Dr. Mason fue un profesor muy inspirador, muy rápido en dar retroalimentación y en alabar el trabajo bien hecho e igualmente atento en corregir lo que no estaba bien. Su crítica constructiva fue muy valiosa por su gran experiencia y conocimientos sobre la música y los músicos. Lo mejor de todo es que era un verdadero artista, siempre dispuesto a mostrar su arte para beneficio del alumno, motivando e inspirando.
Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.
Traducción: Francisco José Balsera Gómez