El lunes, con tan sólo 63 años y en unas terribles circunstancias, se fue el genio más genial. Aquel que lideró el club más poético de cuantos nacieron en la pantalla al grito de "Oh capitán, mi capitán", ese que consiguió volver a llenarse de magia para vencer al pirata más temido de Nunca Jamás o revivía la historia en los museos de medio mundo, el domador de la mente más brillante, el que nos cautivó como la asistenta de hogar más tierna y divertida de cuantas podrían existir, el eterno niño, aquel que sobrevivió al juego de mesa más salvaje y peleó contra una masa verde tan viscosa como simpática, el fotógrafo más terrorífico y el robot más humano, aquel payaso que regalaba sonrisas iluminando vidas con su nariz roja, ese que devora espinacas al tiempo que sueñaba con encontrar el Santo Grial, aquel cuyo amor iba más allá de los sueños o se escondía en su particular armario de grillos... Esas y tantas otras historias que nos regaló y por la que le recordaremos como lo que es: Un genio maravilloso e inolvidable que ya está libre de la lámpara que le ahogaba. 
Y tan sólo un día más tarde lo hacía ella. Una de las pocas estrellas que aún nos quedaban con vida de Star System Clásico, la superviviente del Vogue de Madonna, una de las mujeres más bellas y talentosas de cuantas han eclipsado nuestras pantallas. Lauren Bacall nos dejaba a los 89 años por un derrame cerebral. La actriz deslumbró a la industria, a Humphrey Bogart y al mundo entero con su fascinante debut en "Tener y no tener". Derrochó sensualidad extrema en "El sueño eterno" o "Cayo Largo". Fue la inolvidable compañera de la ambición rubia en "Cómo casarse con un millonario", aquella que viajaba en el Orient Express o mostraba las dos caras del amor. La bella Bacall nos deja, pero su hipnótica mirada y talento extremo quedará para siempre en nuestra retina y en las tiras de celuloide. ¡Gracias y hasta siempre!
Por Sergio Mata
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