Revista América Latina

¿Winds of change?

Publicado el 22 mayo 2014 por Yohan Yohan González Duany @cubanoinsular19

cuba-estadosunidosPor Yohan González

El arresto semanas atrás de cuatro cubanoamericanos que pretendían realizar acciones violentas en instalaciones militares cubanas fue, en su momento, una de las noticias más comentadas no solo en medios nacionales y extranjeros. La noticia llegó en momentos en los que las tensiones Cuba-EE.UU se encontraban en un período de relativa “pasividad” a pesar de que días antes el Departamento de Estado norteamericano incluyera a Cuba dentro de la muy polémica lista de Estados patrocinadores del terrorismo. No era extraño esperar que el caso de los cuatro resultara añadido al “episodio Zunzuneo” y fuera presentado, mediante un gran despliegue mediático nacional, como “una prueba más de la intenciones del Gobierno de los Estados Unidos”.

Sin embargo, y para mi sorpresa, el asunto fue tratado con la más diplomática y reservada serenidad no solo por la prensa cubana sino también por las autoridades cubanas. Ni marchas por la Tribuna Antimperialista, ni kilométricas Mesas Redondas con analistas traduciendo e interpretando cables secretos, noticias y discursos de autoridades norteamericanas para nuestros “débiles y confusos” cerebros y mucho menos una “Declaración del Gobierno Revolucionario” acusando al gobierno norteamericano de estar “incitando un cambio de régimen”. Nada. Y eso huele extraño.

Desde la misma nota que anunciaba el arresto de los cuatro, el Ministerio del Interior anunció la intención de contactar a las autoridades norteamericanas. Aunque desde un mismo inicio el Departamento de Estado negó tal “contacto”, días después tuvieron que aceptar que tal acercamiento si se dio. Días después, un encuentro casi histórico se daba en Washington entre una alta funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano y la subsecretaria adjunta del Departamento de Estado norteamericano. Ni enfriamiento de las relaciones, ni guerra de declaraciones, estamos en otros tiempos y al parecer hay una nueva forma de dirimir las diferencias.

Hace unos días varias figuras de la política norteamericana –entre republicanos y demócratas-, algunos de ellos vinculados a varios gobiernos de dicho país, incluido el actual, firmaron una carta abierta dirigida al Presidente Obama. Las cifras no pasaron inadvertidas, la opinión pública norteamericana tiene una nueva forma de ver las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y los políticos se han dado cuenta.

Pero no todos en el eje La Habana- Miami- Washington están contentos con esta nueva era, hay quienes hacen todo lo posible por detener el cambio. Pensar en esto me recuerda una charla que tuve con un colega bloguero, no solo los extremistas de Miami viven de la falta de diálogo, hay un sector en Cuba (periodistas, “analistas”, diplomáticos y funcionarios) que se resiste a aceptar que los tiempos han cambiado. Apegados en aquella vieja y manida frase guevariana de “al imperialismo ni un tantico así”, hay quienes jamás aceptarán que es sano extender las manos “al imperio”. Para ellos, el “revolucionario” no se rebaja a tal.

Algo está claro, en caso de no existir el bloqueo/embargo, tanto el gobierno cubano como el empresariado norteamericano saldrán ganando. Pero quienes durante años han vivido del diferendo y de las prebendas de su existencia verán como el piso se les mueve y como el pretexto del cual han vivido desaparece. Durante años hemos visto como el bloqueo/embargo se ha llevado -sino todas- gran parte de las culpas de las ineficiencias y problemas ocurridos en este país. No es secreto para nadie que las medidas aplicadas por Estados Unidos asfixian y lastran el funcionamiento económico cubano, pero igual es cierto que su existencia ha sido siempre el telón donde se ha escondido la ineficiencia y el oportunismo de algunos.

El diferendo no culmina con un apretón de manos entre los mandatarios de ambos países, ni con un acuerdo bilateral y mucho menos con relaciones fluidas o inversiones. Antes hay que superar años y décadas de odio y de distanciamiento. Hay que romper el “estatus quo” que ha permitido acomodar a los extremistas y “vividores” de lado a lado.

Yo, al igual que muchos de mi generación, crecí en medio de este diferendo del cual estoy cansado por no decir hastiado. El balón está ahora en manos de Obama pues es su gobierno quien tiene la llave para culminar todos estos años de absurdo diferendo y políticas de subversión y desestabilización derivadas de mismo. Esto no significa que La Habana no tenga dar pasos en pro de solucionar el conflicto, siempre y cuando estos no afecten la soberanía nacional. Algo si es cierto, que haya una nueva forma de manejar los “problemas” y las diferencias, alejados de los viejos métodos del pasado, es ya un gran paso.

Al parecer soplan vientos de cambios. Veremos hacia donde nos llevan…


Archivado en: Cuba, Reflexionando, Yohan González
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