La animación es el arte de dotar de vida a dibujos u objetos inanimados. Por supuesto, estamos ante un artificio que se basa en la simulación del movimiento a través de la técnica cinematográfica. Pero, en tanto las clonaciones propuestas en Jurassic Park no pasen de adscribirse al terreno de la ciencia-ficción, se trata de la única forma que tenemos de recrear la vida de fauna extinta.
Los pioneros del dibujo animado (Emile Cohl, Walter R.Booth, Stuart Blackton) solían utilizar pizarras en las que realizaban esquemáticas caricaturas en breves fases de movimiento con objeto de mostrar que la “magia” del cine podía llegar al figurativismo.
Windsor McCay (c.1869[1]-1934), ya consagrado en la prensa como el primer genio del cómic, estaba convencido de que el medio daba para mucho más. El problema era el ingente trabajo que suponía la realización de 24 ilustraciones por segundo, en particular a la hora de mantener la continuidad de los decorados… hasta que en diciembre de 1914, Earl Hud patentó el cell process [2]. Pero McCay no pudo esperar hasta entonces para resucitar a los dinosaurios, una de sus grandes pasiones, y en febrero había presentado ya a Gertie, al que ya dedicamos esta entrada hace unos años.
La fascinación de McCay por los dinosaurios debe entenderse en su contexto: cuando solo era un niño, tuvo lugar la “guerra de los huesos” entre Marsh y Cope, que atrajo la atención de todo el país, estimulando la imaginación de niños y jóvenes.
Tras debutar en la prensa de Cincinnati, a finales de 1903 se muda a New York para dibujar en el Herald. En febrero de 1905 [3], el Museo Americano de Historia Natural (Central Park, NY) dio a conocer por primera vez el esqueleto montado de un saurópodo: un brontosaurio [4] (fotografía publicada en 1915).
Compárese con el fósil que el protagonista utiliza como montura en esta plancha de ese mismo 1905 (de 4 de marzo) de la serie de McCay Dreams of the rarebit fiend… Desde la web del Museo de Historia Natural de San Diego, se apunta que este mismo esqueleto fue el que inspiró más tarde a Gertie. Por otra parte… ¿habría que descartar que conociera también el brontosaurio que dibujó Charles Knight en 1897?
En Dreams of the rarebit fiend hay más muestras de la pasión de nuestro dibujante por los grandes saurios: pese a su voraz apetito a prueba de barcas, este dinosaurio moteado de 1910 debe ser el más desgarbado del mesozoico.
Aunque este otro de 1912, cuando ya trabaja para los diarios de W.R. Hearst (el “ciudadano Kane” de la película) no espera ni a que las fabriquen.
Y en esta plancha del siguiente año, podemos descubrir una utilidad insospechada de los gastrolitos. Todo vale en una serie que gira en torno a las pesadillas que origina la cena de cierto tipo de queso.
También en la serie estrella de McCay y una de las cumbres del arte secuencial, Little Nemo (1905), aparecen de cuando en cuando los dinosaurios.
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[1] En 1910 dijo en una entrevista que había nacido en 1869, y ése es el dato que aparece en su lápida, pero al final de su vida rectificó a 1871. El censo de Michigan habla de 1867.[2] Para ser justos, debe reconocerse la paternidad de la técnica al alemán Julius Pinschewer en 1912, pero la Guerra impidió su difusión en Europa.[3] Dinosaurs and Other Extinct Saurians: A Historical Perspective (Geological Society, 2010).[4] Ya entonces era considerado un sinónimo de apatosaurio, pero un estudio de 2015 (Emanuel Tschopp, Octavio Mateus, y Roger Benson) ha concluido que se trata de especies distintas.