Una de las cosas positivas es que hasta la fecha no he tenido que llevar a los padawanes al cole con paraguas o con chubasquero. Lo que es un alivio, porque hay días que ya cuesta llevarlos en paz y tranquilidad sin añadir más inconvenientes, novedades y distracciones. Las botas de agua sí las hemos estrenado, pero por el momento los charcos siguen siendo un misterio por descubrir.
Como en muchas casas, imagino, la temporada se estrena oficialmente con la mesa camilla, así que esta semana pasada la sacamos de su escondite estival, y nos pusimos manos a la obra. Hasta ahora los peques comían, jugaban y pintaban en la mesa baja, así que ahora tienen otra flamante –y roja, a juego con sus sillitas– mesita seguir con su adiestramiento jedi.
Y con los muebles de montaje pasa tres cuartos de lo mismo que con las cajas de cartón; son magnéticas. No hay niño que se resista. Así que me encontré de pronto con dos mini-ayudantes, pasándome los tornillos uno a uno, metiéndose en medio de las patas y tapas, y poniendo a prueba la resistencia de aquello que papi estaba montando, y que por lo visto, parecía una mezcla entre un barco pirata, una mesa patas arriba y un castillo de madera. La imaginación es el más potente de los poderes de la Fuerza. Y siempre es una buena oportunidad para 'hacer' cosas juntos, y para jugar y seguir aprendiendo.
A veces me asombra el trabajo que le cuesta al pequeño Luke pronunciar en muchas ocasiones la letra 'erre', y lo bien y rápido que aprendió a decir 'torrrnillo' y 'marrrtillo'.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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