Sibéal Pounder, 289 páginas, Editorial SM
Tiga Whicabim (adoro ese apellido), vive con su tutora, la señora Heks, que tiene una obsesión con el queso y lo único que parece saber cocinar son caldos de queso. Tiga vive en el cobertizo, al fondo del jardín de esta mujer, y carece de amor de cualquier tipo, al mismo tiempo que es objeto del maltrato y desprecio de su tutora. Es una niña muy solitaria que se entretiene jugando en el fregadero con los insectos.
Un día, un hada llamada Fran, ataviada de lujosas prendas y un enjambre de cabello azul bien estirado, atraviesa el jardín con el propósito de darle una noticia emocionante y al mismo tiempo increíble: Tiga es una bruja.
Por supuesto, la niña no cree esto a la primera, y lo que es aún más difícil de digerir, tiene que viajar a través de las tuberías (lo que me pareció muy original) para llegar a ciudad Ritzy
, que es habitada por brujas- ¿Por qué? Bueno, pues no solo porque sea bruja, sino porque ha sido nominada para participar en la Guerra de Brujas.
La Guerra de Brujas es...un concurso, donde se escogen cada nueve años, nueve niñas de nueve años de edad (nueve, nueve nueve!), para obtener el puesto de una...¿Bruja Suprema?
Sin embargo, hay un problema: ¿cómo ganas una competencia de brujas sin saber ningún encantamiento?
Fue una lectura que disfruté muchísimo, no puedo esperar a leer ya el segundo libro, aunque tendré que esperar a que llegue a México o apresurarme a comprarlo por internet, porque en Estados Unidos ya van por el tercero, si no me equivoco.
Sin embargo, a pesar de todas las buenas críticas de mi persona, me siento confundida y tengo la sensación de que los diálogos y vestimentas de las niñas, no son como para niñas de nueve años sino para adolescentes.
Bueno, este mundo está ambientado en un escenario a blanco y negro (pues las brujas que han decidido migrar al mundo de arriba de las cañerías se llevaron todo el color consigo) así que tengo que admitir que me ha sido un poquito difícil no echarle un poco más de imaginación colorida porque los tonos morados no podían faltar. También no fue muy fácil para mí imaginar a los personajes a mi manera, pues no sabía si imaginarlas como personas de verdad, o como dibujos. H e l p .
Gracias a la editorial SM por el ejemplar.
L O N D R E S