Wittgenstein, en sus Investigaciones filosóficas, también se ocupó de los problemas derivados del uso del lenguaje común, sometido a la gramática, y aplicado a la metafísica. Los problemas metafísicos, pensaba, siguiendo la estela del Tractatus pero desde una perspectiva más abierta, derivan de usos del lenguaje que conducen a confusiones.
Un ejemplo de la problematicidad del lenguaje está en el uso de los verbos que muestran procesos mentales. Descartes afirmó que estaba seguro de su propia existencia como ser pensante porque captaba de forma inmediata su propio pensamiento; de ello se deduce que tenemos acceso privado o directo a nuestras propias vivencias o percepciones, pero esto abre la puerta a numerosos problemas que nunca han sido satisfactoriamente resueltos, como el de la existencia del mundo externo y la posibilidad de acceder a él (el problema de las tres substancias). Wittgenstein afronta la cuestión mediante un análisis del lenguaje:
- Descartes se refirió al hecho de captar su pensamiento, darse cuenta de él. El verbo captar o percibir se usa en distintas situaciones:
- Capto una música lejana
- Percibo una mosca en la pared
- Capto o percibo mi pensamiento, mi percepción, mi conciencia, etc.
- En la tercera situación, la gramática superficial nos hace pensar que las tres proposiciones son parecidas, pero un análisis más profundo nos permite ver que no tiene sentido:
- Capto mi percepción, percibo mi percepción (...de una mosca en la pared), veo mi visión de una mosca en la pared, etc.
- Esto no tiene sentido: puedo percibir un objeto, pero no puede percibir mi percepción del objeto.
- Puesto que la postura cartesiana es absurda, se hace evidente que los problemas planteados desde su filosofía, como resultado de su filosofía, son falsos problemas, son confusiones en las que caemos desde el lenguaje.
El lenguaje es el responsable de las afirmaciones de la metafísica. Tendemos a pensar que el lenguaje se refiere a algo, y que sus componentes (nombres, verbos, por ejemplo) se refieren a cosas o acciones, aunque no haya constancia empírica de a qué se refieren. Los problemas filosóficos son el resultado de un malentendido respecto de las funciones lingüísticas.
“Los resultados de la filosofía son el desvelamiento de uno u otro sinsentido y de los chichones que se hace el entendimiento al golpear su cabeza contra los límites del lenguaje. Estos chichones nos hacen ver el valor del descubrimiento” (§ 119).
La filosofía, tal como usamos la palabra, es una lucha contra la fascinación que el lenguaje ejerce sobre nosotros,