Las películas de animación permiten abordar más fácilmente ciertas temáticas que resultan complicadas en imagen real, pero también presentan el inconveniente de la veracidad que transmiten sus fotogramas. Hay que ser muy hábil para combinar tan equilibradamente el género fantástico, las peripecias de la progenitura de un hombre-lobo, el dramón a lo Douglas Sirk, quince años de una familia que sufre y disfruta sin límites, la crónica social, el Japón rural frente al urbano, y por si fuera poco, una hermosa fábula sobre la diferencia y la tolerancia.Mamoru Hosoda, director de La chica que saltaba en el tiempo (2006) y Summer Wars (2009), ha creado para este filme los estudios Chizu, lleva desde el 2000 realizando las películas de animación japonesas más impresionantes por su profundidad y belleza.Esta historia de unos niños lobos, a los que su madre aleja de la sociedad urbana para llevarlos al campo, para que decidan por ellos mismos si quieren vivir como humanos o como lobos, emociona, inspira y maravilla, no sólo a los más pequeños.Desde Akira Kurosawa no se habían visto nubes tan impresionantes en las pantallas del cine. Los dibujos realizados, previamente, a mano y trabajados posteriormente con las técnicas más actuales de animación, llevan impresos una inspiración y una sublime poesía en cada trazo, gesto y emoción de los personajes.El espectador sigue las aventuras de esta familia tan especial, a la que no es fácil hincarle el diente, con el verdadero placer de seguir un momento de vida, intenso, dramático y triste (no siempre se elija bien y, aún en el caso de hacerlo, no todo son virtudes; hay muchos más hombres lobo o mujeres vampiras de lo que pensamos) y también con esperanza, suspense e interés (instalación en un nuevo lugar y las relaciones con gente diferente en un lugar desconocido).Pero lo mejor trabajado en el guión es la tensión que la decisión final de estos niños conlleva: a pesar de su carácter, sus experiencias y su educación serán ellos mismos quienes decidan qué camino van a tomar. Al estar dotados de una doble naturaleza (humana y animal), asistir a las luchas internas de su conciencia y a las batallas externas frente a los que los rodean, ante la decisión de adoptar una u otra naturaleza, ha sido una de las experiencias visuales más intensas del año. Una película que nadie debería perderse. Belleza absoluta concentrada en un mensaje totalmente necesario.