Revista Cine
WOODY ALLEN: EL DOCUMENTAL (WOODY ALLEN: A DOCUMENTARY, 2012) de Robert B. Weide
Publicado el 31 diciembre 2012 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcineEl cineasta Robert B. Weide nos acerca con su trabajo a la figura de Woody Allen, a su vida y a su obra. Lo hace a través de material de archivo y de entrevistas al propio cineasta y a personas que le conocen bien, como sus managers Charles H. Joffe y Jack Rollins, su hermana (Letty Aronson), su amiga y ex-novia Diane Keaton, algún que otro actor con el que ha trabajado (como Sean Penn o John Cusack), e incluso cineastas de la talla de Martin Scorsese.
El documental no aporta demasiadas cosas a los fans incondicionales del cineasta que no supieran con anterioridad, entre los que me incluyo, pero sin embargo incluye algunas perlitas que me gustaría destacar. Los videos de las actuaciones televisivas de un joven Woody Allen no tienen desperdicio, en las que deleitaba con sus chistes al público americano de los años 60, e incluso con una divertida pelea de boxeo con un canguro. Asimismo contiene escenas inéditas del rodaje de El dormilón (1973), donde se puede contemplar detrás de las cámaras la química que siempre hubo entre Diane Keaton y él, y de Conocerás al hombre de tus sueños (2010), en las que podemos disfrutar de Woody Allen en una de sus mejores facetas, la de director de actores.
Woody Allen: El documental también muestra su lado más íntimo, y nos recuerda el morboso episodio con Mia Farrow cuando todos los medios de comunicación se hicieron eco de la relación del cineasta con la hija adoptiva de aquélla. Resulta curioso la firmeza con la que se muestra afirmando que nunca le importó lo que pensaran de él, pese a que fue un episodio tan desagradable que muchos daban su carrera artística por acabada.
Despues de asistir a la proyección del fabuloso, recomendable y entretenido documental, la sensación que persiste en un servidor es la de que Woody Allen sigue siendo un mito viviente, pese a los altibajos de su extensa obra fílmica; un tipo peculiar que sigue escribiendo sus guiones con su vieja máquina de escribir echando mano de su cajón de las ideas. Resulta curioso descubrir que en su juventud su genio se veía limitado y entorpecido por una timidez a la que tuvo que hacer frente cada vez que se subía a un escenario. Las cosas le siguen yendo muy bien al señor Allen. Sigue encontrando financiación para su película anual (que le sirve de bálsamo contra su miedo a la muerte) y disfruta con su trabajo, aunque tenga que enfrentarse, como director, a las dificultades de la post-producción en la sala de montaje una vez al año (“Lo único que se interpone entre la excelencia y yo, soy yo”); y aunque le resulte todavía difícil tener que soportar las promociones de sus films en festivales, ya que piensa que no sirven de nada. Únicamente se queja por una razón: “Ojalá hubiera nacido con un gran talento trágico en vez de cómico”. Afortunadamente para nosotros, no ha sido así.
EDUARDO M. MUÑOZ BARRIONUEVO
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