Revista Opinión
El pasado viernes, un fotógrafo español, Samuel Aranda, fue proclamado vencedor del World Press Photo, el más importante certamen mundial de fotoperiodismo. La imagen de Aranda refleja un joven herido en las revueltas de Yemen, abrazado por una mujer con “niqab” (velo islámico que cubre todo el rostro a excepción de los ojos), y fue tomada tras los enfrentamientos en Saná el 15 de octubre de 2011. La fotografía presenta la situación vivida durante las revueltas árabes (Yemen, Egipto, Túnez, Libia, Siria), durante la Primavera Árabe y fue realizada después de una manifestación contra el presidente Ali Abdula Saleh, cuando varias personas usaron una mezquita como hospital. La instantánea ganadora fue publicada por el “The New York Times” y fue elegida entre más de 100.000 fotografías realizadas por 5.247 fotógrafos provenientes de 124 países de todo en mundo. El galardón, de 10.000 euros, es el segundo ganado por un fotógrafo español. El primero lo consiguió Manuel Pérez Barriopedro, con el retrato de Tejero, amenazando a los parlamentarios con su pistola durante el Golpe de Estado de 1981.
Creado en 1955, el World Press Photo pretende “alentar estándares de calidad más altos en el fotoperiodismo y promover el libre intercambio de información”. El presidente del jurado, Aidan Sullivan, resalta que, en la elección de esta fotografía, se quiere prestar atención al “alto precio que los fotógrafos tienen que pagar a veces”, cuando realizan su trabajo. Colaborador del periódico estadounidense y de El Magazine de La Vanguardia, Aranda decidió hace cinco años ir por libre. Su obsesión por el mundo árabe le llevó a recorrer todos los países de la zona, buscando con sus fotografías la otra cara de los conflictos. El día que plasmó esta imagen, los francotiradores mataron a diez personas e hirieron a unas 40. “Todo fue muy rápido”, recuerda Aranda, quien insiste en que lo importante de la foto no es el autor, sino lo que aparece en ella. “Es la mujer, es el herido... es Yemen”.
Nacido en Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, Samuel Aranda confía en que el reconocimiento sirva para que la gente “vuelva la mirada” a la situación en aquel país árabe. Explica cómo el herido que aparece en la fotografía fue alcanzado por el fuego de los francotiradores que reprimían las manifestaciones. “Muchas veces había pensado cómo sería recibir un premio de estos y resulta que cuando te lo dan, no es tan emocionante como cuando te lo imaginas. Pero, no nos engañemos, las noticias nos las comemos diariamente, y en dos días olvidaremos esta foto”. En cambio, él no olvida a la gente del pueblo de Yemen que lo acogió con gran cariño durante casi tres meses (del 7 de octubre al 23 de diciembre de 2011) y con la que mantiene lazos de amistad. “El lunes vuelvo para allá”, comenta por teléfono, desde su casa de Sidi Bousaid (Túnez), donde vive ahora con su novia y va a abrir una galería fotográfica.
Tras más de diez años trabajando en los países árabes, Aranda entró en Yemen en calidad de estudiante. Ese país no concede permisos a fotógrafos si no es “para llevarlos a hacer fotos donde el Gobierno considere”. Así que tuvo que entrar por la puerta de atrás. “Al final –recuerda– me pillaron. Estuve, arrestado dos horas pero me trataron con toda amabilidad, me ofrecieron un té, estuvimos hablando de fútbol y pude hacer una llamada a un contacto que me valió la libertad”. Confiesa que ha pasado muchas veces miedo. Y que quien no lo tiene es un irresponsable. “Hay momentos que te cagas encima de miedo”, reconoce abiertamente”.