En cuanto a su ubicación, hay que caminar un poco desde el centro de la ciudad, aunque se puede ir tranquilamente andando, y es que si Dublín tiene una cosa positiva es que es una ciudad relativamente pequeña. Entre los objetos que uno puede encontrarse durante su visita hay algunos personales, tales como el teléfono que Samuel Beckett tenía en su apartamento en París, el cual tenía un botón rojo para desconectarlo y un botón verde para conectarlo, lo cual hacía únicamente a unas horas que solamente sus amigos más íntimos conocían. También podemos encontrar objetos de otros muchos escritores, como por ejemplo algunas ediciones de sus obras más famosas o posters en la que se anunciaba alguna de sus obras de teatro.
En definitiva, es un buen lugar para todos aquellos a los cuales les encante la literatura y todo lo que le rodea y para todos aquellos que les interese la literatura irlandesa, la cual ha conseguido varios premios Nobel, aunque algunos se quejan de que grandes escritores de aquella isla jamás lo consiguieron, pero qué se le va a hacer. Ya sabemos que estos premios en ocasiones se mueven por otros intereses.