Revista Viajes
Una vez dejamos atrás la turística Cracovia -pinchar aquí para ver la entrada-, y la impactante visita al campo de concentración de Auswitch -pinchar aquí para ver entrada-, nuestro viaje por las carreteras polacas nos llevó a la zona más occidental de Polonia, hasta la ciudad de Wroclaw (o Breslavia). Al llegar a ella ya pudimos percatarnos en seguida que hasta aquí se acercan pocos visitantes, y desde luego no será por falta de belleza y alicientes. Tras hacer el check-in en el lujoso y maravilloso hotel Sofitel, en el que casi nos costó más el parking del coche que nuestra gran habitación, nos lanzamos a explorar la ciudad. En el corto camino que iba desde nuestro hotel hasta la Plaza del Mercado nos llamó la atención unas pequeñas estatuas con aspecto de gnomos que adornaban una de las esquinas de un antiguo edificio. No sabíamos a esas alturas que esas estatuillas sólo eran unas de los muchos "enanitos" repartidos por todo sus casco urbano, y que los turistas juegan a encontrar . Pero al fin, la espectacular Plaza del Mercado de Breslavia.
Como en casi todas las ciudades polacas la Plaza del Mercado suele ser el centro de la vida local de sus habitantes y por regla general suelen ser unas maravillas arquitectónicas, y la de Breslavia no iba a ser una excepción. A la colección de bellísimos edificios que abrazan y rodean la plaza se unía la imponente silueta de la Basílica de Santa Isabel de Hungría, erigida junto a uno de los accesos a la Plaza del Mercado cuya entrada está coronada con un arco.
La belleza de la Plaza del Mercado de Wroclaw es realmente impactante. A su gran tamaño -es la tercera de mayor tamaño tras la Plaza del Mercado de Cracovia y la de Olecko- hay que añadir la variedad de edificios civiles cuyos bajos se encuentran ocupados en su mayoría por coquetos restaurantes y agradecidas terrazas donde relajarse de las caminatas, y ya de paso refrescarse con una cerveza bien fría. Sin duda el edificio al que inexorablemente se dirigirán las miradas es el imponente edificio gótico del antiguo Ayuntamiento de Breslavia. En su lateral un acceso a los sótanos nos llevó hasta la cervecería más antigua de Wroclaw y también uno de los restaurantes más antiguos de Europa , la cervecería Piwnica, cuya decoración tradicional es digna de conocer.
El resto de edificaciones de la Plaza del Mercado lo componen una variopinta colección de coloridos edificios ricamente ornamentados, algunos con una espectacular profusión de pinturas en su fachada que engrandece más si cabe la belleza de esta magnífica plaza, y que fueron construidos y financiados por los patricios y gente de fortuna de Breslavia. Y de aquí partimos pateando las calles aledañas del centro histórico hasta otro de los puntos de interés de esta preciosa ciudad polaca.
Justo a unos escasos 50 metros se levanta la Catedral Católica de Santa María Magdalena, una mole de de ladrillo construida en el siglo XIV. Dos enormes torres cuadrangulares complementan un cielo de Wroclaw, que por otra parte se encuentra plagado de torres y campanarios de distinta índole. En la Segunda Guerra Mundial sufrió importantes daños por lo que fue reconstruida en los años posteriores de posguerra.
Wroclaw se emplaza a orillas del río Òder y es una ciudad rodeada de puentes, canales y bellos jardines. Desde el centro renacentista de la ciudad y en dirección norte se accede al barrio de Ostròw Tumsky a través del puente Piaskowy, un sólido puente de acero pintado en rojo brillante y que es el camino más corto hacia los comienzos de la ciudad de Wroclaw.
Cuando cruzas el puente Piaskowy entras en la parte más antigua de la ciudad de Wroclaw, donde surgió la simiente de esta antigua ciudad a orillas del río Òder. El Museo Archidiocesano es uno de los primeros edificios que nos encontramos, donde se conservan y atesoran parte importante de la historia de la ciudad. Esta zona Wroclaw es ideal para perderse por sus calles y callejuelas. Resulta del todo imprescindible visitarla al caer la noche, tal como hicimos nosotros uno de los dos días que permanecimos en la ciudad, ya que la iluminación de sus calles a través de sus faroles de gas le otorga una atmósfera muy especial. Junto al museo se alza la Iglesia de la Santa Cruz.
La Catedral de San Juan Bautista, del siglo XIII y completada en estilo gótico, es uno de los edificios más valiosos y monumentales de Breslavia. Sus agujas gemelas de sus dos torres son visibles desde prácticamente toda la ciudad. Dedicada al santo patrón de Breslavia sus interiores, en este caso barrocos, son verdaderamente grandiosos con un sobrio retablo y un maravilloso órgano que hizo que no perdiéramos detalle mientras paseábamos a lo largo de la nave central. Desde una de sus torres que hace las funciones de mirador se puede disfrutar de unas bonitas vistas panorámicas, las cuales no pudimos disfrutar al encontrarse ese día cerrado el acceso al público. Muy cerca de la catedral se encuentran los Jardines Botánicos que ofrecen un pausado y relajante paseo entre más de 12.000 plantas.
En nuestro regreso al centro histórico de Wroclaw, desandando nuestros pasos, no nos pudimos resistir a visitar el mercado de productos frescos de la ciudad. Los mercados, por regla general, suelen ser unos de los mejores lugares de las ciudades donde tomarlas su verdadero pulso. La variedad de frutas y hortalizas era realmente amplia, todas expuestas primorosamente, donde no nos pudimos resistir a una rica cesta de frambuesas. El edificio del Mercado de Breslavia es verdaderamente bello, y muy interesante arquitectónicamente hablando. Más tarde, y paseando a través del casco antiguo, llegamos hasta el bello edificio de la Ópera de Breslavia, construido a mediados del siglo XIX es uno de los más grandes e impresionantes de toda Polonia.
Con las últimas luces del día regresamos de nuevo a la Plaza del Mercado, indiscutiblemente el punto de encuentro de locales y de los pocos turistas que pululaban por la ciudad. La buena temperatura de la tarde invitaba a degustar alguno de los maravillosos sabores de helados que ofrecen en Wroclaw. Y que mejor manera de disfrutar de ellos que contemplando la arquitectura gótica y renacentista que nos rodeaba, y alguna que otra intervención moderna -como la fuente- en esta maravillosa plaza.
Tras una intensa jornada había llegado el momento de recuperar energías y recapitular las vivencias del día que tocaba a su fin. Para ello nada mejor que los contundentes platos polacos nacidos sobre todo para combatir el duro y largo clima invernal, pero que en verano pueden llegar a ser algo contundentes. De todas formas, y por lo general, la gastronomía en Polonia es sabrosa y bastante variada. Momento para poner en valor a esta increíble ciudad, una de las más bellas de todo el país sin ningún lugar a dudas.
Posted in: Polonia , Viaje verano 2014 Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook