Revista Cultura y Ocio

WU LYF: el arte de no decir nada

Por Poplebon

WU LYF: el arte de no decir nada

Ya tardábamos en tener the next big thing, y es que no hay como generar misterio, actuar bajo alias diferentes y jugar al desconcierto con el nombre de la banda: World Unite! Lucifer Youth Foundation. Si Stereogum ponen la mirilla sobre ellos por algo será, podéis pensar. Es lo de siempre, sales en los medios porque eres importante o eres importante porque sales en los medios. Disquisiciones aparte, y antes de que los mismos medios que los encumbraron se encarguen de prenderles fuego, hay que señalar que Go Tell Fire To The Mountain es un debut de esos que no dejan indiferente a pesar de ser una nueva banda con mucho trabajo por hacer.

Si me preguntáis si es un hype, pues os responderé que por supuesto. La expectación generada pasa por encima de WU LYF en todo momento, y después de pavonearse durante una buena temporada esgrimiendo argumentos de todo tipo excepto musicales, aquí tenemos su primera entrega.

Ellery Roberts canta como si alguien clavase astillas bajos sus uñas, atormentado en busca de redención, urgente y falsamente veraz. Ahí es donde está el secreto, generar desequilibrio bajo un manto de instrumentación conservadora en el sentido más Arcade Fire de la palabra. ¿Qué tenemos dentro? Épica bailable con olor a iglesia de pega, más liviana que el rock y demasiado exacerbada para militar en las filas funk. El caos afectado comienza a ser perceptible ya en el primer tema L Y F, donde el órgano eclesiástico acaba engullido en una borrasca metálica en cosa de sesenta segundos. Lo restante es demasiado monolítico a pesar de la variación que pueda suponer Summas Bliss o We Bros; una vez culminada la sorpresa inicial las aguas vuelven a su cauce y el factor sorpresa pierde su ferocidad.

Uno se pregunta qué demonios ocurre en una escena musical donde prevalece la forma sobre el fondo, si sólo es humo lo que se oculta detrás de toda la promoción y qué sensación queda después de escuchar el álbum por primera vez. Personalmente me quedo con la garganta de Ellery Roberts, que hasta parece creérselo, y no me quedo con las expectativas de futuro de la banda, que parece haber disparado todos sus cartuchos antes de que empiece el fuego real.

 

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