Los mutantes cada vez están más divididos. La llegada al presente de los cinco integrantes originales de la Patrulla X ha contribuido a incrementar el cisma en vez de traer nueva esperanza. Además, ha puesto en serio peligro el continuo espacio-tiempo, lo cual se hace evidente con la aparición inesperada de una Patrulla X del futuro que viene a devolver a los jóvenes mutantes al pasado al que corresponden. Sin embargo, no son pocos quienes sospechan que los mutantes del futuro ocultan oscuros secretos.
Personalmente, el panorama de los mutantes me resulta bastante atractivo desde los sucesos de Cisma hace casi dos años: Jason Aaron aportó frescura y recuperó el pasado de Claremont con la puesta en marcha de Lobezno y la Patrulla X, y el desembarco de Bendis en los mutantes me está resultando bastante divertido, sobre todo los contrastes que plasma en La nueva Patrulla X. Lo único que no me ha convencido hasta ahora ha sido el crossover de Vengadores vs. Patrulla X, demasiado largo y repetitivo. En los últimos dos meses hemos podido disfrutar de otro macroevento que ha unido a las cuatro colecciones mutantes principales para narrarnos una aventura digna de viajes temporales, poder y responsabilidad, y de más tensión si cabe en el seno de la familia mutante.
Como arquitecto detrás de este evento se encuentra Brian Michael Bendis, quien vuelve a jugar con los viajes en el tiempo, las paradojas temporales y las alteraciones del tejido espacio-tiempo como ya hiciera en su etapa final en Los Vengadores con resultados dispares. Le acompañan el mencionado Jason Aaron y Brian Wood, quienes dejan a un lado las tramas que pueblan sus propias colecciones para seguir las instrucciones de Bendis. En su conjunto, La batalla del átomo constituye una lectura digna y divertida, repasa lo que ha sucedido en el universo mutante durante los últimos meses y plantea nuevas amenazas y cuestiones que los personajes deberán afrontar a corto plazo, la gran mayoría de ellas relacionadas con la estancia de los mutantes originales en el turbulento presente y con el creciente poder de la joven Jean Grey. También hay que reconocer que la saga no se alza como ninguna maravilla ni obra a tener en estima dentro del rico panorama actual del noveno arte, tampoco es que aspire a ello, ni siquiera a dar una vuelta de tuerca a los mutantes y su condición de héroes proscritos; pero sí es un cómic entretenido, de ágil lectura y una pieza más dentro del fascinante escenario en el que se hallan inmersos los herederos del sueño de Xavier.
El apartado gráfico es mucho más variado que el plantel de escritores, pues nos encontramos a Frank Cho al frente de dos números especiales, Stuart Immonen sigue obrando maravillas en la su propia cabecera, lo cual no se puede decir del irregular Chris Bachalo en La imposible Patrulla X. Por su parte, tanto David López como Giuseppe Camuncoli realizan trabajos sencillos pero dignos en X-Men y en Lobezno y la Patrulla X, respectivamente; éste último sustituyendo al inigualable Nick Bradshaw.
Los efectos de esta escaramuza entre mutantes ya pueden observarse en las nuevas entregas de las series regulares: Lobezno pedirá cuentas a SHIELD por poseer Centinelas en su arsenal, Kitty Pryde y los cinco jóvenes originales cambian de bando, y además tenemos más viajeros temporales estancados en el presente para enmarañar todavía más el tejido espacio-tiempo, por no mencionar la puesta en marcha de Amazing X-Men, cabecera que promete mucho. En conjunto, La batalla del átomo entretiene de principio a fin, revuelve el mundo mutante y enfrenta a nuestros protagonistas a inminentes amenazas.