Después de corregir el tiempo y la realidad venciendo a Apocalipsis y evitando que Legión acabara con la vida de Xavier en su intento por acabar con la vida de Magneto, los X-Men volvieron a la “normalidad” de sus vidas, pero con algunos cambios procedentes de la Era de Apocalipsis. En X-Men Prime, descubríamos que varios de los personajes de la Era de Apocalipsis, y no precisamente los más simpáticos, habían seguido a Bishop en su viaje de vuelta. La Bestia Oscura estaba detrás de los experimentos que habían dado lugar a los Morlocks, y el Hombre de Azúcar había tenido años para dominar Genosha a su voluntad. Además con el regreso de la realidad que conocemos se resolvía algo ocurrido en las últimas páginas de La Búsqueda de Legión, el resultado del beso de Pícara y Gámbito, con Pícara absorbiendo parte de los recuerdos de este y huyendo confusa.
Ya en las páginas de X-Men, donde un poco acertado Paul Smith (curiosamente uno de mis dibujantes favoritos de la Patrulla en otras épocas) permitió que Andy Kubert se tomara un descanso, Nicieza puso fin a una de las tramas que llevaba ya algún añito dando vueltas, y lo hizo trayendo a nuestra realidad a otro exiliado de la Era, ni más ni menos que Holocausto, el propio hijo de Apocalipsis, al que Éxodo, convertido en tirano de Avalon, encontraba en órbita alrededor de la Tierra. Detectando que se trata de una mutación, Éxodo introduce a Holocausto en Avalon, donde el antiguo Jinete va despertando poco a poco, absorbiendo la vida de algunos de los Acólitos, como Milan o el confuso Rusty Collins (un personaje que a mí me gustaba mucho y al que creo que se le sacó poco partido) y enfrentándose a Éxodo en una batalla que se saldaría con la destrucción del refugio que Magneto había construido en Avalon. De hecho, mientras Coloso intentaba proteger el cuerpo del comatoso Señor del Magnetismo, Voght buscaba en la Tierra ayuda para enfrentarse a Holocausto, lo que llevaría a Cíclope y Fénix a luchar junto a los Acólitos. Mientras Jean Grey se ocupaba de salvar a Desliza, Cíclope lideraba a los que habían sido los Acólitos de Magneto en su huida de la estación orbital que se derrumbaba hacia la Tierra. Holocausto y Éxodo desaparecen en la lucha, y Cíclope consigue llegar junto a los Acólitos a la antigua base australiana de la Patrulla. Una suerte más dispar tuvo Coloso, que junto a Magneto, apareció en la Antártida. Sin embargo, el Señor del Magnetismo desapareció, siendo Coloso llevado a un refugio seguro por una misteriosa figura que resultaría no ser otra que Calisto, la antigua líder de los Morlocks, y antiguo rollete de Peter en su tiempo de no recordar quien era, convertido en Peter Nicholas por el Sitio Peligroso.
Y es que mientras esto ocurría en X-Men, en Patrulla-X, con Roger Cruz y Joe Madureira alternándose en los lápices, y Mark
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Y mientras esto sucedía en Patrulla-X, en X-Men, tras una breve aparición de los nuevos Bebés-X, que huían de los cazadores de recompensas de Mundomojo, Gog y Magog, para luego volver junto a Dazzler que hizo una breve reaparición, confirmándose que había perdido el hijo que esperaba con Longshot, nos encontrábamos con la solución a un misterio que también venía de largo, la relación entre Bishop y una camarera de un bar de Nueva York, resultando que esta era una agente de la Bestia Oscura, la asesina Fatal, dispuesta para llevar a Bishop al extremo y tomar de él todos los datos posibles sobre la Era de Apocalipsis. Bishop y la Bestia consiguieron evitar las intenciones de Fatal, pero la Bestia Oscura ya había visto al Hank McCoy de este mundo…