Sonido de gaviotas, la brisa costera, las olas llegando a la orilla, y el final que indica el principio. El principio de la espera. La espera que marcará la barrera entre el ansia viva y el momento final del éxtasis, para el que todavía no hay fecha. Y mientras tanto, dos gigantes de piedra aguardan su turno para algo que promete ser épico.
Malo era que no fuera a llegar el título de Monolith a tierras europeas, y mucho estaba tardando la confirmación. Xenoblade Chronicles (en Japón Xenoblade), no requiere de presentación, y a estas alturas, me dan igual las sombras redondas, me da igual que en algunos momentos los personajes den la sensación de flotar, y me dan igual los cutredetalles que puedan quedar. Me importa la magia, los paisajes, el inmenso amor que rezuma cada pixel del trailer, y el halo de misterio de muchos de sus escenarios.
Es Xenoblade y estoy empalmado hypeado de una forma peligrosa.
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