Uno pierde ya la vergüenza de que pasen estas cosas. La Tertulia de los Libris se improvisa y se aborta, sin más, porque sí, como si fuera algo banal, casi como si no existiera. Después, cuando todo parecía imposible, Sir Charles Lomlarck acusó un arrebato de testiculina y entonces sucedió. La gran conjunción.
El evento transcurrió en el bar Torres, antiguo bar del Terror, antiguo Gargajo. Incluso el ojeroso camarero curtido en mil batallas se asombró de vernos a todos juntos, y así lo anunció a sus acólitos de barra, como un hecho relevante de ser anunciado.
Pasado el momento del bochorno, la tertulia empezó. La Casa de Dios, que en principio pareció naufragar ante el mismísimo Señor, cobró un súbito hálito de vida, quizá imbuida por su propia naturaleza médica. El texto de la obra revivió entre los participantes y la historia cobró una dimensión quizá más acorde a las expectativas que había creado. En cualquier caso, no convirtió en escritor al médico que la escribió, porque así debe ser. Cada uno a lo suyo. Las aventuras de los médicos americanos dejaron huella en los tertulianos, y simplemente eso ya es una victoria. Bien por Samuel Shen, el Gordo y los demás protagonistas.
El Satiricón, el Satiricón, se oía en la mesa. “Y unas mollejas, también”. La literatura en particular y la cultura en general no está reñida con las mollejas, y dimos cuenta de ello en primera persona. Petronio (se supone) nos describe la ya consabida tendencia homosexual y casi (cuasi) pedófila extendida durante el Imperio Romano, quizá heredada de la antigua Grecia, quizá… Pero la magistralidad del relato de Petronio (se supone) cautivó a los comensales y dio mucho juego sexual y asexuado.
También El adversario participó de las viandas en la mesa, con gran éxito. Hay algo inevitable, una atracción sobrenatural en las historias reales como la de Jean Claude Romand, protagonista del libro. “La que se puede liar por un examen no aprobado” se comentó en la mesa, recordando aquel momento en el que la vida le cambió a Mesié de Condemore por hacerse de vientre justo el día del examen de Selectividad. Él también pudo acabar muy mal. Incluso peor.
Los pichiciegos pasaron con bastante buen resultado a pesar de las objeciones siempre acertadísimas de Lord Pascualín en cuanto a su narración. Los demás, que no son artistas como éste, obviaron tales puntualizaciones al carecer de recursos para comprenderlas, dejándose llevar por el fluir de los acontecimientos narrados. El buen Lord les permitió el paso de una manera condescendiente. El caso es que la historia es tan buena que se sostiene por sí misma.
Una vez debatido todo lo debatible se produjo la votación, con tan curioso resultado que empataron todos los libros a un voto. Hubo que rescatar las puntuaciones de cada ronda para designar el Libri de Oro, que finalmente cayó en posesión de El Satiricón, y por tanto Sir Charles Lomlarck volvió a alzarse con el trofeo mucho tiempo después. Se hicieron ofrendas mecidas (no en holocausto) al vencedor, consistentes en unos calcetines técnicos para la lectura reflexiva. Aparte de esto, el Duque de la Teruélida tuvo a bien repartir entre los integrantes de Proyecto Librvs una carpeta con los Papeles del 2 de Mayo, Madrid 1808, con grabados incluidos, lo cual agradecimos con mucha efusividad.
Se abonó la cuota y las arcas del proyecto avanzan hasta los 440 euros. Fin de la cita
