Es una lástima, pero la trama parece más propia de una película épica que de la pura realidad. El movimiento del 15M que englobaba en su inicio a miles de ciudadanos indignados, de toda clase y condición política, en a penas 30 días ha dado muestras de lo mejor y de lo peor.
Me he mostrado siempre crítico y duro con el movimiento y sobre todo con sus evangelizadores. Y ahora que ha pasado un tiempo prudencial me gustaría explicarme. Critiqué siempre que una muestra tan pequeña de ciudadanos indignados no representaban a nadie más que a los que allí asistieron. Entre todas las manifestaciones que se han producido en varias ciudades españolas no se superarían los 150.000 asistentes. Tomando esa cifra como si fueran todos adultos y en edad de votar, qué porcentaje representa frente al censo que votó en las últimas elecciones municipales (35.381.270 personas)?
Pero bueno, el hecho de que salieran a la calle tanta gente fue un rayo de esperanza, un soplo de aire fresco, una muestra de que la sociedad española dejaba de estar narcotizada.
Pues no, justo una semana después tuvimos la primera oportunidad de trasladar a las urnas las protestas que había en las plazas. Y el resultado fue desastroso, más de lo mismo, de Guatemala pasamos a Guatepeor.
Esos comicios los consideré una prueba irrefutable que los indignados sólo se representan a sí mismos
Pero lo peor estaba por llegar. Las plazas fueron mutando de un ejercicio 2.0 de democracia asamblearia, a asentamientos de perroflautas y antisistemas. Tuve la oportunidad de pasar por Plaça Catalunya en Barcelona y apestaba, a la hora que pasé sólo se podían ver personas con clara estética antisistema, mucha cresta y poca higiene.
Y claro, los antisistemas no son partidarios de utilizar las herramientas del estado de derecho, prefieren otras técnicas más duras y directas.
La ocurrencia de sitiar el Parlament de Catalunya fue una estupidez que les costará muy caro a los ciudadanos que de verdad mostraron voluntad de cambio el 15M, ha sido un tiro en el pie del movimiento de los indignados. Al menos a mi me daría vergüenza que los personajes que aparecen en el video que veremos a continuación se denominen miembros de las plataformas que están detrás del movimiento de indignados:
Si, vale, ya vas a decir que fueron 4 gatos los que insultaron, escupieron, empujaron o lanzaron algún que otro objeto contundente. O sea, que no podemos meter en el mismo saco a todos los indignados, verdad?
Entonces podrías decirme por qué metemos en el mismo saco a todos los políticos? En el video puedes ver cómo acosan a políticos de CiU o de ERC. Algunos de ellos iban a ir al Parlamento a votar en contra de las medidas de recorte del gobierno de Artur Más. Alguien podría explicarme por qué insultaban a los que iban a defender lo mismo que pregonaban en las asambleas del 15M???
En serio, todo ésto ha perdido el sentido. Después de la aceptación popular tras el 15M el movimiento tenía que haberse transformado en una plataforma cívica, desde la que cambiar las cosas que no funcionan dentro del sistema. Pero quedarse en las plazas de forma indefinida, sin un libro de ruta, sin planteamientos claros (se mezclaban los derechos sociales con la abolición de la ley antitabaco, un cachondeo!). Que estaba muy volcado en la red, lograban hacer mucho ruido, pero seguían representándose sólo a sí mismos.
Claro que estoy indignado con la situación actual. He tenido suerte, he trabajado duro para que no me afecte la crisis evitando endeudarme. Pero no estoy dispuesto a reventar el sistema político-social en el que vivimos. Me ofrece unas garantías legales que desconozco si tendría en otros sistemas políticos. Porque ya el simple hecho de “secuestrar” a los políticos dentro de un Parlamento a lo primero que me recuerda es a lo que hizo Tejero hace 30 años en el Congreso de los Diputados de Madrid.
Los ciudadanos de buena voluntad que siguen apoyando el movimiento de indignados tienen que agruparse de alguna manera, trazar un programa y explicarlo a la sociedad. Cada vez que pido ésto por Twitter siempre me contesta alguien que no me he enterado de nada de lo que piden los indignados. Ese es problema suyo, no mío. Yo no necesito transmitir un mensaje, yo soy un receptor, un ciudadano con derecho a voto, que paga impuestos y elige cada 4 años qué políticos quiere que gestionen los recursos públicos.
Todo lo demás, toda esa iconografía, tantas fotos de momentos mágicos, todo es parafernalia, merchandising revolucionario de pacotilla. A estas alturas ya no me interesa en absoluto el movimiento de los indignados, aprended a transmitir el mensaje de fondo, tal vez captéis mi atención. Pero no tolero más movidas como la de hoy en Barcelona, es inadmisible.