¿Y a que saben, a que suenan las alegrías?

Antes las tertulias se mantenían con un cafe o con una copa de manzanilla en la mano. Hoy se han sustituido por un teclado de ordenador o el de un teléfono móvil. El chat ha sido el que elegimos el ganador del concurso nacional de cante por alegrías, Joaquín de Sola y mi mentidero. Y hablamos, como no, de alegrías.

Con el cantaor el día que gano el concurso de cante por alegrías

En Cadiz decir cante es decir Alegrías. No es el único que nace aquí, pero si el que mas ha salido fuera. Porque ya se sabe, en el Barrio de Santa Maria, los niños lloran, juegan..por alegrías. Hace algunas semanas, a través del chat, propuse a Joaquín de Sola hablar del cante gaditano, de su son, de su sabor, de su sonido.
No hace mucho, Joaquín me decía: mira, las alegrías quizás sean uno de los palos del flamenco a los que más se recurre, pero la diferencia es que cuando las cantas bien el sabor que les queda a quien las oye es a sal. Es ahí donde esta la diferencia entre unas buenas y malas Alegrías. De este modo se refería al gusto, al sabor,claro se refería a la sal marinera.
Continuando con las posibles formas de sentir la alegrías, hablábamos otra vez del mar, ahora de su sonido. Me decía, que las alegrías era como cuando estas en Cortadura, a orillas del mar. Veías y oías el estruendo de las olas sonoro, potente, rompiendo el silencio sonoro, pero inmediatamente la ola llega hasta tus pies para acariciarlos suavemente.
Quizás algo tiene que ver esa dualidad que llevan las alegrías del grito y del susurro, los vientos de Cádiz. El poniente que refresca la ciudad en los calurosos de verano y ese levante cálido, muchas veces al límete de lo soportable, desgarrador de corduras, pero tan necesario según Quiñones, la única manera que a la ciudad no se la coma el moho de la humedad.
Pues estos son mis chats con Joaquín mientras empieza a soplar el levante otra vez en Cadiz.

Esa mar que nos rodea son alegrías en estado puro