
( que nada tiene que ver con el hada madrina.. que ya quisiera ser )
Ada Colau vuelve a dar la nota, sigue deshojando la margarita, y ahora le ha tocado al PSC, contigo ayer sí en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, ahora no, hasta que no hagas lo que yo te diga.. repudiar a los "canallas" y otros casposos que han respaldado el 155. Esas operaciones de empozoñar el clima de tensión que se vive en Catalunya, llaman descubrir a está política de artes velocirraptoras, "payasa" (con respeto) en sus comienzos y antes de dedicarse a buscar la adhesión de los muchos afectados por la hipoteca, y menina, ya mayorcita, de postureo agrio-agradable, en un cuadro que hubiese aborrecido Velázquez antes de pintarlo.
Doña Ada Colau es el ejemplo de la ambigüedad multidisciplinar, que ya no se se lleva ni en el mango del

Francamente, a nuestro entender, Ada Colau, no "cuela" en la política de prestigio que se requiere en este puzle de intenciones, aquí y ahora, y de lo que sí estamos convencidos es que la actual alcaldesa de una de las ciudades más admiradas, galardonadas y hermanadas del mundo, no debe entrometerse con la técnica "rasputiniana" en las complicadas diálecticas que no sean las de su competencia, aunque el derecho a opinar lo tenemos todos, inclusive ella, especialmente en temas que sirviesen para calmar las aguas revueltas. El Ayuntamiento lo somos todos, y todos juntos tenemos el deber de hacer recapitular aquellas acciones que vayan en contra de los intereses de la

O la "elegida" con pretesiones a ocupar la "cadira" de la Generaltat, no se ve capaz de liderar, ordenar y gobernar la

Ésto no es una caza de brujas, aunque lo parezca no lo es. Sencillamente no entendemos qué, cómo tanto los medios de comunicación como los de otros partidos políticos del entorno, le prestan tanto miramiento, recogiendo siempre las mismas impresiones que altera a conveniencia de los aires que mejor respira, además de las repetidas perlas cultivadas que ya empiezan a cansar, con el detonante de dejarle prender la mecha, cuando ella lo desea, al explosivo propagandístico que parece llevar dentro de sí. Una mujer seguramente inteligente, de respeto y ambición,, pero que a nuestro entender, carece de la suficiente personalidad para seguir prestándole y darle tanto pábulo y demesurada atención.