Lo que hace unos meses fue “Sonando en Cuba” ahora sigue su zaga por la televisión cubana. Se llamará “Bailando en Cuba” y parece ser el regreso triunfal de los programas de competencia que tanto funcionan en los 5 continentes.
Desde que el mundo es mundo, este tipo de eventos forman parte del gusto popular y ayudan a sustentar tradiciones y estilos universales. También sirven como los deportes para unir a la gente en torno a sus regiones o terruños.
Cuba dispuso durante décadas de una plataforma excepcional en este sentido. La radio y la televisión fue reflejo de estos espectáculos que se fueron perdiendo con el paso del tiempo. Una mala idea prendió entre los directivos de las cadenas de televisión. Estas fuentes de entretenimiento desvirtuaban los valores de la moral socialista. Eso de regalar tanto en pantalla es un vicio del consumismo capitalista. Los medios de difusión deben ser para educar e informar, y ahí están los resultados. Millones de cubanos se refugian en cualquier otra cosa que no sea la TV de su país.
Es preferible ver un noticiero viejo que sea de afuera que escuchar las noticias de Cuba. Pero eso es harina de otro costal.
En este momento artistas populares entre los cubanos han imitado el estilo de los shows del mundo para poner a prueba el talento de la gente de pueblo. La transformación es la misma. A la gente le caen mal los jueces con sus tecnicismos y prefieren equipos liderados por famosos, que supuestamente transmiten sus experiencias. Nada nuevo. Algo trillado, pero aún efectivo, y más en Cuba donde la gente ha extrañado estos asuntos desde hace tanto tiempo.
Siempre será mejor el peor de los shows que un discurso de Fidel, las sesiones novelescas de la Asamblea Nacional del Poder Popular o la Mesa Redonda.
Los shows tienen manejos enmascarados. Sus creativos han accedido a darle ciertos toques comunistas en aras de que no sean censurados. Es evidente. Sin ton ni son vinculan a los participantes con el rol de las organizaciones políticas y de masas, como para dar la idea de que dentro del “socialismo todo se puede”, algo que viene siendo como un instante panfletario, o lo que viene siendo en EE.UU o cualquier parte del mundo, ese momento en el que nos paramos de los asientos porque no soportamos los comerciales de los cuales estamos saturados.
Por lo demás, la gente se cuelga de la fama, y el concurso no sólo le da luz a nuevos artistas. También permite que artistas consagrados, pero al borde del desespero por tener sus carreras estancadas en la isla, se pavoneen como las estrellas que en realidad no son, no por falta de talento, sino por no disponer de la plataforma ideal que los ubique en planos superiores.
Tal es el caso de Paulo FG, que hace unas semanas arremetió contra la familia de Polo Montañés, a quienes poco falto que llevase a los tribunales por permitir que Marc Anthony grabase Flor Pálida y cometiera el pecado de convertirlo en un hit mundial. Pero estos son ejemplos de falta de altura y comportamiento, nada censurable si se entiende que muchos de nuestros artistas jamás han dispuesto de una guía que los aleccione de vez en vez para evitar tan ridículos desatinos.
Pero lo bueno ahora es que después de la competencia de canto llega la de baile, porque para nadie es un secreto que el reguetón, ha desacreditado todos los ritmos que Cuba ha exportado al mundo y que la gente cree que se bailan en todas las esquinas cubanas, algo que no es cierto, ni por asomo.
Bailando en Cuba llegará a las pantallas a partir del 4 de diciembre y saldrá todos los domingos durante 9 emisiones, con el propósito de rescatar a la popularidad los bailes autóctonos de la isla.
Tras un arduo casting para profesionales y aficionados, se escogieron 16 parejas de jóvenes entre 16 y 25 años, que buscarán el gran premio del jurado y del público.
Bailando en Cuba se suma a la tradición de programas al estilo del recordado Para bailar y, al mismo tiempo, da continuidad a Sonando en Cuba, dedicado a la interpretación de la música cubana y que fue recientemente un éxito de audiencia y crítica.
El programa está integrado a las redes sociales y dispone de su cuenta de Facebook.
Según la cuenta de Bailando en dicha red social, además de continuar con su preparación, los competidores ya están en la fase de cambio de imagen y sesiones fotográficas de cara al programa.
Para rescatar la credibilidad y la preferencia de la TV Cubana se hacen este tipo de producciones con el visto bueno de las altas esferas, como se dice en los pasillos del ICRT, donde entre chistes la gente festeja que este tipo de producciones que alcanzan récords de tele audiencia hoy tengan más apoyo que la mismísima Mesa Redonda.
Podría ser demasiado tarde para muchos pero los cambios en Cuba amenazan con ser irreversibles aunque no sea del agrado del régimen.
Con información de Redes Sociales de “Bailando en Cuba”.
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