¿Y ahora qué hacemos con UPYD?

UPYD nació para regenerar la política española, y ahora es él mismo el que necesita una regeneración.

Los españoles han mandado a mejor vida todo lo que para ellos representan las siglas UPYD. Por ello, el reto que nos llama ahora es el de dar paso a un partido político nuevo que ejecute y gestione el mismo proyecto con formas, métodos, comportamientos, discurso, estilo y mensaje radicalmente diferentes. Con razón o sin ella, es obvio que los españoles identifican el nombre de UPYD con la soberbia de Rosa Díez, las puñaladas de Irene Lozano a Sosa Wagner, la traición de Toni Cantó, la arrogancia de Gorriarán, la sosería de Herzog, etc. Con razón o sin ella, el 0,2% de las elecciones del 26-J revela que para los españoles UPYD es un partido prescindible y que, por lo tanto, su desaparición no afectará a nadie en nada.

Quienes estamos convencidos de que el proyecto de UPYD es el más útil para la sociedad española aún tenemos interés en mantenerlo vivo, lo cual deja bien clara la firmeza de nuestras convicciones, por las cuales merece la pena seguir trabajando. Por lo tanto, afanémonos en elaborar un discurso y un mensaje que muestre a los españoles la utilidad de nuestro proyecto. Y hagámoslo con un lenguaje que sea fácilmente comprensible. Dejemos de decir que no vamos a rendirnos pues no estamos en ninguna batalla contra nadie, y pasemos a hablar en positivo a los españoles de los beneficios que tiene nuestro proyecto.

UPYD es el único partido que carece de una seña de identidad con la que puedan identificarse los españoles. Nació siendo el partido para aquellos que aborrecían el bipartidismo y, cuando Podemos le arrebató ese elemento diferenciador, se jugó la carta de la anticorrupción y la honestidad con el funesto resultado que todos conocemos. ¿Cuál es ahora el elemento que distingue a UPYD de los demás partidos? ¿Por qué alguien tendría que votar a UPYD? ¿Porque le beneficia en qué? Éstas son, en mi opinión, las preguntas a las que debemos dar respuesta para hacer una ejecución y una gestión nueva del proyecto de UPYD.

Dudo mucho que el mapa político surgido del 26-J permita garantizar que las próximas elecciones serán en 2020. Si en esos comicios no hay papeletas de un partido heredero del proyecto de UPYD, me temo que estaremos electoralmente huérfanos miles de españoles que queremos que los políticos nos dejen en paz porque estamos convencidos de que el Progreso lo conseguimos los individuos y no los gobiernos ni las administraciones. Esa aspiración de miles de españoles sólo puede alcanzarse, en mi opinión, con el proyecto político de la fenecida UPYD. Ése es nuestro reto.