Algunos hablan de darle tiempo a un psicópata
que destruye al país y hambrea a su población,
para que no los acusen de golpistas.
Sería mas honesto decir que en el fondo están
de acuerdo con las medidas.
Hay una resignación insólita, como si hubiese
que aguantar por designio divino.
Ovejitas que votaron al faenador y no se
rebelan ni en la puerta del matadero.
O casi nadie: hay por allí ejemplos individuales de dignidad en medio de la tragedia que no hacen más que reforzar por contraste la sensación de desamparo absoluto.
Esta película ya la vimos, y sabemos como termina:
presionan con ajuste y violencias de todo tipo hasta
que en un momento la situación estalla (quizás por el
lado menos pensado), entonces pasan a la represión
abierta, hay víctimas (siempre del mismo lado)
y los fogoneadores de la violencia fingen demencia
y dicen que ellos no fueron ni tienen nada que ver,
o que sus deseos/órdenes fueron mal interpretados por
las fuerzas represivas que se pasaron de rosca.
Así en loop desde 1976.
Una oposición corrida con el espantajo del golpe de Estado, que le tema a ser apostrofada como "el club del helicóptero", o que espera pasivamente suponiendo que nada le toca hacer, porque el plan del gobierno lleva en sí mismo los genes de su propia destrucción: el régimen -en esa lectura- terminaría implosionando por sus propias e insalvables contradicciones, antes que por la resistencia que se le oponga. El problema de trosquearla pensando "cuanto peor, mejor", son las vidas -en todo sentido- que van quedando en el medio.
Otra interpretación posible -y ciertamente más inquietante- es que en el fondo, buena parte de esa oposición comparte con Milei la necesidad inevitable del ajuste, y prefiere que él haga el trabajo sucio y pague los costos consecuentes, para dejar en un futuro -que hoy parece muy lejano- el camino allanado para arrancar de cero con ciertas "asimetrías" corregidas. Y desde un piso (de salarios, de consumo, de derechos) mucho más bajo, que haga que cualquier avance mínimo desde ese subsuelo pueda parecer satisfactorio.
Esta última idea, que solo puede ser disuadida con acciones concretas, categóricas y contundentes de enfrentamiento y resistencia a las medidas regresivas del gobierno, no es muy ajena a las premisas que presidieron el programa económico del último gobierno del "Frente de Todos" en las gestiones de Guzmán y Kulfas. Algo así como hacer de Milei el Remes Lenicov de un futuro gobierno del "peronismo postkirchnerista".
Lo triste sería que el propio kirchnerismo termine comprando ese libreto, porque sería otro giro tacticista y conciliador como los de 2015, 2019 y 2023, que nos trajeron hasta acá. Tan triste como la pasividad de buena parte de la sociedad argentina frente al toque a degüello que implica el plan del gobierno, que incluso está amenazando su propio cuello.
"Va a pasar lo que ustedes quieran que pase". Y se puede querer sin querer, con solo no actuar cuando es necesario.
Nota original