Revista Cine
En mis fotogramas 2011, escribí que uno de mis momentos favoritos del año pasado fue el rolling-gag en Thor (Branagh, 2001). Rafa Ibarra, lector de este blog y especialista en vinos, me pregunta qué demontres es eso de rolling-gag.Un rolling-gag (también llamado running-gag) es un chiste que se repite en varias ocasiones y en cada repetición hay una variante que hace más gracioso el chiste. En Thor, por ejemplo, el forzudo es atropellado dos veces, sometido por una descarga eléctrica y finalmente, en el hospital, cuando se empieza a poner charrascaloso, lo inyectan con alguna sustancia tumba-caballos. Cada vez que lo aplacan, el asunto se vuelve más gracioso porque, precisamente, uno ya lo espera. Como suele suceder en los thrillers, en el horror, en la comedia física, en el melodrama, la anticipación por parte del espectador -es decir, el saber nosotros más que los personajes- hace más efectiva cualquier escena. Mi rolling-gag favorito es cuando Ken (Michael Palin), el ladrón y asesino tartamudo de Los Enredos de Wanda (Crichton, 1988), trata de eliminar a una correosa viejita para que no testifique en contra de su jefe. La susodicha doña sale a la calle con tres perritos lanudos y cada vez que K-k-k-ken intenta matarla, termina escabechándose a alguno de los chuchos. El asunto es gracioso porque Ken es un genuino amante de los animales -puede matar a la ancianita, pero no dañaría a ningún animal- así que cada vez que falla, Ken sufre y esto vuelve la escena aún más graciosa. El rolling-gag se vuelve hilarante porque, al final, uno anticipa el fracaso de Ken, lo que sucede... y no sucede.