Revista Diario

Y de los sentimientos de las mamás, ¿quién habla?

Por Belen
Pues hoy hablo yo, hoy quiero hablar de los sentimientos de las madres, de mis sentimientos. Hacía mucho tiempo, meses, incluso años que una semana no se me pasaba tan lenta. Cuando el pasado jueves tuvimos la reunión con las profesoras del colegio y nos explicaron el horario de adaptación de esta semana pensé "qué rápido se va a pasar y que pocos días con adaptación". ¡¡Uff!! ignorante de mi. Sólo es miercóles, tercer día que sale a las 10,30 y parece que llevamos un mes con ese horario. Mañana empezamos una nueva etapa, saldrá a las 12 de la mañana.
He leído estos días a muchas madres, algunas habéis contado que habéis llorado, otras que os sentís culpables, otras que estáis tristes, otras que dudáis de si lo estáis haciendo bien. Todas tenemos sentimientos extraños, que fluyen por nuestro ser, a los que nos tenemos que enfrentar al tiempo que nuestro rostro debe reflejar alegría, al tiempo que estamos con nuestro peque al ciento por ciento para darle nuestro apoyo, nuestro amor incondicional, para apoyarle y consolarle si lo necesita. Duro, ¿no?.
Al menos para mi está siendo muy duro. Mis entrañas se remueven y no puedo expresar todo lo que llevo porque debo perfeccionar el arte del disimulo. Mi niño tiene que verme fuerte, feliz, firme, contenta, dispuesta para consolarle, abrazarle, ayudarle en este duro trance en el que se está convirtiendo su incorporación al colegio.
Cuando le he dejado hoy en su clase, llorando y pidiéndome que le llevara con él me he dado cuenta del desgaste emocional que esto supone, del esfuerzo que hacemos, de los sentimientos negativos a los que nos enfrentamos y debemos vencer.
Mi hijo es un niño inteligente, y por desgracia ha encontrado en el colegio cosas que no le convencen. Por desgracia al ser aún un horario tan breve no da tiempo a mucho y se aburre. Ahí está nuestro problema, no consiguen captar su atención, no le enganchan. En cuanto consigan atraer su interés esto será más fácil, pero por ahora las pobres profesoras bastante tienen con consolar, conseguir la atención de todos como para también conseguir una diversión en el aula.
Así que mañana no sé cómo vamos a ir, qué tendré que inventarme. Tenía toda una gama de sobornos, actividades con mami, atención, cariño, mimos, juego. Pero a mitad de semana se me han acabado los recursos, los que tenía disponibles ya no le valen. Así que tengo una doble tarea por delante, vencer todo este malestar que siento y reinventar mi abanico de recompensas para fortalecer el vínculo con el colegio.
Por supuesto acepto todo tipo de sugerencias, ideas, consejos, que podáis brindarme.
Edito el post escrito:
Lo que hasta ahora habéis leído lo escribía a las 10 de la mañana, sola en casa, mi niño en el cole. Y yo aquí pensando en cómo estaría. Leyendo en otras entradas anteriores como Kithy vivía el mismo mal rato que yo.


No me siento culpable, culpable de qué, no me siento llorosa, no he llorado, me siento triste. Llevo casi un curso preparándole para este momento, preparándole a él y preparándome yo. Y ahora veo que mi pequeño me da una negativa rotunda. Y he ido a recogerle con todo ese batiburrillo en mi estómago, en mi mente, y con una tristeza notable, producto también de la tensión, el cansancio. Y, ¿qué me he encontrado? Me he encontrado a un niño sonriente, feliz, que me cuenta que mañana conocerá a más compañeros (se integran todos los alumnos de la clase a la misma hora), que se lo pasará pipa (como él dice), que ha jugado a la pelota,..... Y, ¿cómo me he sentido después?, como una idiota, así de claro. Como una idiota que no sabe manejar del todo la situación. Qué complicado es esto.


Pero lo importante es que el niño ha salido feliz, contento, ha jugado muchísimo, ha ido todo el camino al parque hablando de su profesora y de dos compañeros. Así que no puedo pedir más.


Mañana será otro día, más intenso, con más compañeros, más horas, una nueva experiencia.


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