
Vueltas, envíos de emails a los clubs aledaños a mi zona de trabajo, y así surgió el flechazo con el Kendo, ese viejo arte marcial de los Samurais, y en apenas en unas horas ya estaba integrado en un grupo de Kendo, dando mis saltitos y apuestas lanzadas a base de un Shinai. Toda una experiencia a los 57 años.
Víctor Guerra