Revista Maternidad
Muchas veces esta es la pregunta que parece erguirse con mayúsculas cuando nos preguntamos acerca del origen de formas de actuar, formas de ser y de pensar que no nos hacen muy felices.
Se suele achacar a la psicología de culpar a los padres de todos los males y desdichas que acontecen en la vida de una persona.
Esta es la manera en que yo entiendo este tema:
Cuando se recorre la propia historia (ya sea en el transcurso de una terapia, de una enfermedad, en momentos de introspección) en busca de comprensión de nuestra manera de ser, de nuestra manera de actuar, con los otros, con nosotros mismos- en las diferentes situaciones que nos tocan vivir (que no son por azar!)- no se trata de buscar culpables o responsables, sino de hacernos responsables de nuestro propio actuar y sentir.
El comprender que somos desconfiados porque hemos recibido reiteradas decepciones en nuestra infancia, o que descalificamos permanentemente al otro porque sólo hemos recibido críticas siendo niños, no justifica el culpabilizar a mamá y papá y complacernos con un “fue lo que aprendí de chico”.
Seguramente siendo niños hicimos lo que pudimos, lo cual fue seguramente escasamente comprendido por lo adultos que nos rodeaban, lo que no justifica que hoy en día sigamos haciendo lo mismo. Hoy como adultos podemos tomar conciencia de como actuamos, de lo que sentimos, de lo que hacemos impulsados por viejas y arraigadas costumbres, y como adultos podemos decidir continuar de la misma forma o intentar cambiar aquello que no nos gusta, que nos hace sufrir o que hace sufrir a las personas que nos rodean. Podemos reencontrarnos con nuestra verdadera esencia perdida en algún rincón de nuestra infancia…No es fácil, muchas veces lo más difícil es darnos cuenta que el camino que sigo no fue una elección con plena conciencia, que lo que soy no es lo que quiero ser, que aquello con lo que me identifico no tiene nada que ver conmigo y que lo que pude hacer tiene que ver mucho con las escasas alternativas que tuve para sobrevivir emocionalmente de niño y poco que ver con mi ser esencial, del cual estoy muy lejos, tanto, que no tengo idea ni por donde empezar a buscar…Pero quizás lo más sanador de todo esto es comprender que a nuestros padres les paso lo mismo, hicieron lo que pudieron, y aunque eso no fuera suficiente en su momento o me generara mucho dolor, hoy como adultos podemos intentar seguir otro camino, y aunque nos pasemos la vida intentándolo, nos estamos dando una oportunidad(lo que sin duda nos va a hacer sentir muy bien!), y vamos a estar logrando algo muy importante: abriéndole el camino a nuestros hijos y a las futuras generaciones. NO SE TRATA DE ECHAR CULPAS, SE TRATA DE TOMAR CONCIENCIA