La pasada Navidad, en un mercdillo de artesanía que cada año se organiza en una plaza muy céntrica de nuestra ciudad, compramos, a una artesana japonesa que nos cautivó con su trabajo, un pequeño florero de porcelana con la imagen de un niño. Hace unos meses, y ante nuestra sorpresa, encontramos un amplio reportaje sobre Yukiko kitahara, que así se llama la artista de la que hablamos, en una revista. Gracias a ésta descubrimos que, desde el 2011, su taller se encuentra afincado en un pueblo cerca de Sevilla, y que buena parte de su obra se vende en las tiendas de los museos españoles más importantes. Con el respeto hacia la naturaleza y el consumo controlado como telón de fondo de su obra, Yukiko pretende dar perdurabilidad a formas de la vida diaria destinadas a terminar en la basura, como vasos de plástico o envases, siempre en color blanco absoluto.
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Y fue al ver esta bella botella de detergente de su colección, que no pudimos evitar asociarla a la que redecoramos hace poco (¡salvando las distancias, Dios nos libre!), no solo por el objeto en sí, sino, y sobre todo, por el mismo sentimiento de no tirar y reutilizar latente, y encima, de la forma más decorativa posible... Faltaría más.
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Estamos convencidas de que todo lo que rodea al reciclaje terminará convirtiéndose en una filosofía de vida global. Por eso apostamos. ¿Y vosotr@s?