Revista Cultura y Ocio

Y don Mendo se vengó conmigo

Publicado el 16 marzo 2013 por Pnyxis @Pnyxis

Leer escuchando:
Y don Mendo se vengó conmigo

Ayer fui a ver a un amigo de la E.U.I.T. Forestales que actuaba en "La venganza de don Mendo", esa estupenda tragicomedia de Pedro Muñoz Seca. Desde la opinión de un completo ignorante teatral puedo decirte que lo bordaron, me hicieron reír mucho y me mantuvieron en vilo hasta el apoteósico final.
Enhorabuena por el trabajo y por el resultado, chapó. Pero quiero aprovechar para detenerme en un asunto no por obvio menos importante relacionado con el teatro.
Magdalena ¿Es que tan mal expreséme,
doncel, que no comprendióme?
¿No miróme?¿No escuchóme?
¿Tan poco afable mostréme
que apenas viome ya odióme?
Don Mendo (Renato) Escuchéla y contempléla;
vila, señora y oíla;

pero cuanto más miréla
y cuanto más escuchéla
menos, señora, entendíla.
(Jornada III)

Primero he de reconocer que aunque siempre me ha llamado la atención, mi relación con el teatro es pequeña y mis conocimientos bastante escasos. No es excusa el estar estudiando una carrera técnica. Por eso, viendo "La venganza de don Mendo" y estando disfrutándola tanto, no podía menos que preguntarme cual era la razón de mis carencias teatrales, es decir, cómo podía ser que una obra como esa sólo la conociera de oídas.
Pese a ser un enamorado de los libros recuerdo cómo aborrecía la Literatura que nos hacían estudiar en 2º de Bachillerato. La razón era sencilla: lo único que nos interesaba para aprobar la PAU (para los que hayan acabado sus estudios hace más de cinco años: Prueba de Acceso a la Universidad) era memorizar una serie de obras y autores y ubicarlos en un cierto contexto histórico. Es decir, empollar una serie de títulos para después vomitarlos en el examen. Resultado: no recuerdo apenas nada de la Literatura que dí en 2º de Bachillerato, nunca Don Mendo se vengó conmigo.
Reconozco que también he tenido un par de buenos profesores de literatura con los que aprendí muchas cosas, pero sé que aprendí porque no se ciñeron a los estándares del programa. En ese aspecto, y pese a mis carencias tuve suerte, pero no es lo normal. No sé si la culpa es mía, de aquella profesora, del modelo, de las editoriales o del club de la Herradura; tan sólo quiero reflexionar sobre el hecho de que toda una generación no tenga ni idea o tenga una idea bastante difusa de lo que es nuestra Literatura, en la que incluyo, por supuesto, el teatro.
El tema resulta aún más sangrante si cabe cuando sabemos que el español cuenta con una producción teatral con la que pocos idiomas pueden competir: Lope, Calderón, Tirso, Jardiel Poncela, Cervantes, Fernández de Moratín, García Lorca, Benavente, Mihura, el mismo Muñoz Seca. Todos buenos, muchos me suenan, pocos realmente los conozco.
Y después de haber visto La venganza de don Mendo representada por un grupo de universitarios (bueno, alguno tenía ya pinta de postuniversitario) no puedo más que pensar la de obras como esa que me estoy perdiendo. La de cultura que tengo al alcance de la mano y que no aprovecho, la de verdadero arte al que soy ajeno, la de mentes prodigiosas que no se han comunicado conmigo por medio de su obra porque yo no me he interesado o no he tenido la oportunidad.
Me lamento, sí, por mi propia ignorancia y por aquellos que relegaron a la literatura, la historia, la filosofía y el arte a un papel marginal y meramente testimonial en nuestros planes de estudios y, por tanto, en nuestra sociedad actual y futura.
Sin embargo, no todo está perdido. Pese a las dificultades se siguen representando obras de teatro. Pese a que el dinero parece lo único importante para el país, sigue habiendo gente que ama los libros, sigue habiendo gente que se preocupa por la cultura. Y por eso, y gracias a ellos, al menos ayer Don Mendo se vengó conmigo.


Volver a la Portada de Logo Paperblog