Revista En Femenino
Son días tristes, muy tristes. Son muchas las familias rotas por la tragedia del tren descarrilado en Santiago. Y duele. Duele aunque nadie cercano haya perdido la vida, duele por las familias y los amigos que quedan, duele por los heridos que siguen luchando por su vida en los hospitales, duele por los que se han sido. Rabia. Estas cosas te hacen ser un poco más consciente de que no somos dueños de nuestra vida y cualquier día te puedes ir, sin tiempo de despedirte, sin oportunidad de un último “te quiero”. Y duele.
Será un duelo difícil y largo por lo injusto y repentino del accidente, por la magnitud del desastre. Y duele.
Espero que con el tiempo sigamos recordando la solidaridad de los vecinos que lo dieron todo por ayudar en las vías, la de los bomberos que desconvocaron su huelga, la de los médicos, enfermeros, forenses y voluntarios que han estado ahí, les tocase o no trabajar. Mi admiración a todos ellos. En estos tiempos donde cada día sale a la luz pública algo por lo que avergonzarse de vivir en este país, ver que la gente, nuestra gente, tiene esta calidad humana es un aliciente para seguir creyendo en que un mundo mejor es posible. Pero sigue doliendo.
Descansen en paz todos los fallecidos y nuestro más sentido pésame a las familias y amigos.