Una vez dejado algo más de una semana para poder votar el primer personaje PaullusHistoricus, dejando fuera de combate a otros rivales como Napoleón, Cristobal Colón o Julio César, los resultados de la final es el siguiente:
Por lo tanto, es ALEJANDRO MAGNO el vencedor. ¿Es el digno vencedor? Muchas cosas sabemos de él, entre ellas de ser uno de los personajes más famosos de la Antigüedad. A su muerte en el 323 aC, cuando apenas había alcanzado los 33 años de edad, se había adueñado de buena parte del mundo “conocido”, siempre desde una perspectiva eurocéntrica. Existen infinidad de libros que hablan sobre él, aunque Paullushistoricus os recomienda el publicado por Alianza Editorial, de Antonio Guzmán Guerra y F.J. Gómez Espelosín, y que se titula Alejandro Magno de la Historia al Mito. Ya que se nos describe la figura de Alejandro Magno desde varios puntos de vistas. Una figura histórica que muestra varias caras, desde un gran estratega militar hasta un soñador impertinente, y es que las aspiraciones de Alejandro Magno eran mucho más amplias de lo que la vida le permitió hacer. Era hijo de Filipo II, rey de Macedonia, y Olimpiade, una mujer que provenía de una importante familia del Epiro.
Alejandro como Helios, Museos Capitolinos (Autor J.P. GrandMont)
Sus triunfos militares fueron precedidos por victorias frente a pueblos vecinos como la tribu de los tríbalos (al Norte), y la fundación de un emplazamiento defendido que se denominó Alejandrópolis. En el 338 la famosa batalla de Queronea, en una llanura donde venció a una coalición de ciudades griegas.
Siendo aún joven, empezó a compartir algunas funciones políticas en el gobierno de su padre, con el que mantenía una relación un tanto complicada, incluso llegando al exilio forzado de Alejandro. Aunque no llegaría a ser una ruptura definitiva, y nuestro personaje histórico recuperó su posición en la corte. Además tuvo que hacer frente a los adversarios políticos que habían eliminado a Filipo II (recordemos que fue asesinado en el 336 AC en la boda de su hija Cleopatra). Se rodeó de personas fieles como su madre, Hefestión o Clito el Negro, y además había logrado la confianza del ejército, algo que podemos considerar fundamental para la expansión hacia Oriente.
El 334 es el punto de partida de la gran hazaña, salió de Pella, su ciudad natal, camino de convertirse dueño de esta parte del Mediterráneo, y algo más allá. El primer gran adversario, el Imperio Persa y cada una de sus satrapías, lugares para nosotros emblemáticos como Egipto, Asia Menor y la zona de Mesopotamia,. Pero no se detuvo allí, continuó hasta la India, donde ya se vio obligado regresar. Lejos de haber finalizado en sus pretensiones, Alejandro soñaba por ampliar estos dominios, algo que se interrumpió definitivamente en la ciudad de Babilonia, con su muerte.
Tras la desaparición de Alejandro, el gran cambio iba a mutar, y todo ese mundo fue dividido en los denominados reinos helenísticos. Una marca insuperable hasta el auge del mundo romano en el Mediterráneo.