En este blog tenemos algunas compañeras y compañeros muy entregados a Eurovisión y al festival de Benidorm, como han podido comprobar con algunos de los artículos publicados en pasadas semanas y corroborarían sin estuviesen en el chat de Whatsapp que compartimos. Yo no soy tan amante de esas movidas, pero sí que lo fui en su momento de los premios Oscar. Durante varios años los escuché en directo a través de la Cadena Ser y, con la llegada de Internet, algún año encontré algún streaming pirata por el que poder ver la gala. Eran noches de domingo de intentar aguantar despierto hasta las 6 de la mañana, a veces entrando a trabajar el lunes por la mañana. Si además les cuento que no pruebo el café, la cosa todavía tiene más mérito; o delito, según se mire. Es lo que tiene estar obsesionado con el cine. Pero bueno, solo era una noche al año.
Con el tiempo he dejado de estar tan obsesionado con el cine, aunque me sigue gustando. A día de hoy no creo que hiciese eso de quedarme despierto toda la noche para escuchar la gala por la radio, me basta con enterarme de los ganadores al día siguiente. Lo que nunca hice, pese a lo mucho que me interesaba el cine, era enfadarme porque un premio no me gustara ni, mucho menos, insultar a los que votan o a los ganadores. Porque hace mucho tiempo que sé que los certámenes de premios en el mundo de la cultura tienen muchísimo más que ver con la promoción y el negocio que con la calidad de los premiados, y eso es así en cine, teatro, literatura, música o cualquier otro sector de la industria cultural. Que ganase Channel en el BenidormFest tiene más que ver con cuestiones industriales e intereses personales y empresariales que con la calidad de la canción. Lo mismo pasa con el Premio Planeta y pasará también (en diferente grado, porque los que votan son mucha más gente) en Eurovisión o en los Oscars de Hollywood. Los académicos darán su voto por razones varias, que pueden ser personales, políticas y, por supuesto, artísticas, que de todo hay. Y ganará una película que no será mala, pero que para muchos probablemente no sea la mejor.
A día de hoy, la verdad, no tengo ni idea de qué película se llevará el gran premio y no me arriesgaría a hacer apuestas. Lo que sí me atrevo es a aconsejarles que, gane quien gane, no se lo tomen demasiado a pecho ni demasiado en serio. Los premios solo son cosas que ayudan a los premiados en sus carreras. La mayoría del resto de los mortales seguiremos teniendo problemas más importantes que cualquier festival o gala. Disfruten de la música, los libros o las películas, que es de lo que se trata. Perdónenme por el clickbait y no se pierdan El poder del perro.