Hace exactamente un año, el 2 de mayo de 2012, manteniamos una reunión con la que fue la matrona en el parto de los mellizos. Acudiamos a hablar con ella para que valorara una vez más la posibilidad de asistir nuestro parto en casa. No fue una reunión muy larga, pero los instantes previos a tener su respuesta se hicieron eternos para nosotros.
Se hizo la luz en nuestro camino
La preparación del parto de los mellizos comenzó el día siguiente a tener la confirmación del embarazo. Desde ese mismo instante tuvimos claro, que queríamos un parto en casa. Como ya comenté en anteriores post, la doula con la que iniciamos este camino nos recomendó discrección, dejó muy claro que no cerraramos ninguna puerta y que nos teníamos que preparar para afrontar cualquier escenario, incluido el parto por cesárea. Tras la primera ecografía y recibir la noticia de que esperábamos mellizos, las posibilidades de encontrar una matrona que atendiera el parto en nuestro domicilio se redujeron mucho. Tanto que solamente una matrona estaba dispuesta a escucharnos.
Susana fue esa matrona valiente que, aunque al comienzo de la preparación al parto nos dijo que no, hizo posible que fuera posible el parto en casa de mellizos. Recuerdo con detalle la conversación que mantuvimos, cada instante, cada palabra. Le contamos todo lo que habíamos trabajado para prepararnos y cuáles eran nuestras espectativas. Le informamos de cada revisión, cada ecografía, de los resultados de analíticas. Ella escuchó, vió las ecografías, leyó los resultados de los análisis… Y finalmente nos hizo una pregunta y un único requerimiento.
La pregunta era sencilla, pero la respuesta no lo fue. “¿Qué necesitáis de mi en vuestro parto?” Nos dejó algo confundidos, pero esperanzados; ya que hasta ahora teníamos un no por respuesta y esto parecía el incio de un entendimiento. “Queremos que nos acompañes, que estés a nuestro lado y intervengas cuando sea necesario”, ese sería un buen resumen de nuestra respuesta. Ella asintió, nos miró a los dos y nos dijo: “Yo sólo necesito una cosa, que no descargueis en mi vuestra responsabilidad”. Lo entendimos rápido y contestamos con sinceridad y con firmeza. Por supuesto que sabemos asumir nuestra responsabilidad, deseamos un parto en casa por que somos conscientes de todo lo que significa dar la vida. Ella sólo dijo una cosa: “Soy vuestra matrona” y tras unos segundo de silencio las lágrimas inundaron nuestros ojos, nos miramos y abrazamos a nuestra matrona.
Siempre que nos pregunta porqué el parto en casa respondemos “por que fue posible”.