Hoy empieza un nuevo curso escolar en Cataluña...
Tras unos días intensos de verano, de ir y venir de un lado para otro, por fin llega ese día tan deseado: El comienzo del cole... Pero ahora que estoy en casa, en silencio, sin los dibujos de la tele ( todos al treeeeeeen, subi dubi, dubi dubi don, mochila, mochila...), ahora que Alex no está jugando conmigo a peinarme o maquillarme, me siento tan extraña y tan vacía como la casa.
Ha sido un mes y medio juntas. Un mes y medio en el que ha habido de todo, sobretodo momentos duros, con rabietas tremendas e incontrolables, momentos en que el cansancio le superaban y no sabía como gestionarlo explotando en forma de ira. estos días hemos descubierto una cara que no me ha gustado nada de mi hija, una cara de agresividad, pegando, mordiendo....
Entiendo que está en una edad difícil, que está buscando su lugar e intentando ver donde está el límite.... Es una situación que me ha superado, me he sentido muy mal por no saber gestionar mis propios sentimientos en esos momentos, dejándome llevar por ella y cayendo yo también en el mal humor... Deseaba tanto que empezara el colegio para volver a la rutina, para que Alex se centrara, que ahora que ha llegado el momento me doy cuenta de lo feliz que estoy con ellas, de verla crecer sana y fuerte, con carácter rebelde incluido...
Por suerte, aún tengo unos días de vacaciones y seré yo la que la recoja por la tarde. Creo que hoy se me va a hacer eterno hasta que llegue la hora de ir a buscarla... Pero la semana que viene ya empezará la vorágine, los encajes de bolillos para la conciliación, el no verla más que una hora por la mañana y, si hay suerte y no está muy cansada, un par de horas por la tarde....
Ahora que lo pienso bien, no se porque cojones he llegado a desear que empezara el cole.