Revista Sociedad

Y, entonces, se paró hasta el aliento

Publicado el 01 mayo 2011 por Aranmb

Era 1932 en España. La joven República apenas si cumplía un año y, tras varios años de prohibición de cualquier manifestación pública, el país y el nuevo gobierno (liderado por el Partido Socialista, con 115 escaños, desde 1931) ardían en deseos de hacer una, la más grande y gloriosa que jamás hubiera habido, la más elevada: coincidió, como este año, en domingo, y fue un Primero de Mayo histórico, único y, sobre todo, controlado desde arriba. No era la primera vez que el Día Internacional de los Trabajadores se celebraba en España, por supuesto; se había venido haciendo muchos años antes de la Dictablanda de Primo de Rivera. Pero en 1932 el Primero de Mayo vino impuesto y, por eso, no le cupo más remedio que ser el más seguido que jamás hubiera habido.

Y, entonces, se paró hasta el aliento

Así, el viernes, 29 de abril, la Dirección General de Seguridad mandó sendas circulares por las cuales se prohibirían, en todo el territorio español, todos los espectáculos públicos salvo las corridas de toros. En Madrid llegó a prohibirse el tránsito rodado en su más extrema totalidad, sin disculpa (se prohibe) que los propietarios de vehículos circulen, aunque en éstos transporten a sus familiares, y esta prohibición hizo que también los clubes de fútbol madrileños renunciasen a celebrar partidos, por la escasa afluencia de público que podrían tener. Los carteros no recorrerían las calles recogiendo las mercancías. La radio suspendería sus emisiones. Las lecherías tenían prohibido abrir más tarde de las once de la mañana; de las diez de la mañana en el caso de las panaderías (y el pan, por decreto ley, debería dejar de hacerse estrictamente a las siete de la mañana); tocaría madrugar para abastecerse. También en Madrid, se limitó el número de viajeros en los trenes que llegaban a los lugares donde se celebraría la fiesta (Casa de Campo y La Granja). Las rotativas se detendrían. Se pararía hasta el aliento en pos de protestar contra el régimen capitalista a golpe de corderada, paro y celebración. Sin embargo, curiosamente la principal afectada en sus actividades aquel Primero de Mayo no fue la burguesía.

 Contrarios a los procedimientos que la joven República aplicaba para reprimir los conflictos obreros, desde el Gobierno se señalaba a los comunistas como monárquicos con diferente disfraz, contrarios, irónicamente, a los intereses de la clase obrera. En muchas ciudades se prohibieron totalmente sus mítines y manifestaciones, como en el caso de Córdoba, donde la tensión acabó generando cruentos enfrentamientos entre manifestantes y policía. En otras, como en Oviedo, se autorizaron sus mitines tan sólo dentro de los domicilios sociales, generándose curiosas situaciones: obligados a cancelar su acto en el Campo San Francisco, los comunistas ovetenses efectivamente lo organizaron dentro de su sede de la Plaza San Miguel, pero abriendo de par en par las puertas para que pudiera ser seguido también desde la calle. ¡A fin de cuentas, los ponentes sí se encontraban dentro del domicilio social!

Y, entonces, se paró hasta el aliento

Se paró hasta el aliento, sí, y se acató lo establecido. Pero, de todos modos, España era ya un país casi libre, y el lunes no había por qué callarse. Jamás un Primero de Mayo hizo gastar tanta tinta como aquel de 1932. Protestó El Noroeste del 3 de mayo:

¿Es que acaso lo ocurrido el domingo (…) se diferencia, poco ni mucho, de cuando la Iglesia, dueña y señora del mundo, unida al Estado y con la ayuda del brazo secular, imponía a creyentes, indiferentes y ateos, la observancia de sus festividades, abusivamente? Pues en eso se han derivado aquellas magnas fiestas voluntarias del Primero de Mayo de antes de la Dictadura, en que  las masas obreras nutrían sus imponentes manifestaciones.

Luego se pretenderá negar que la Historia se repite. Los que llaman innovaciones á costumbres más viejas que la Civilización no caen en la cuenta de que convertir en fiesta oficial una solemnidad que tiene su origen en un antecedente particularísimo, es cosa que se acompaña de muchos siglos de antigüedad (…)

¡Qué viejo, qué caracterizado, qué copia servil de lo deshecho esto que ahora se nos hace admitir como novedad! No es esto tras lo cual va la República. La República es liberal y democrática esencialmente; y sería conveniente que antes de forzar el país, en nombre de la República, á costumbres que siempre repudiaron los espíritus redimidos, se meditase profundamente sobre lo que es libertad y democracia, todo lo contrario de hacer cumplir ahora porque sí á los demás algo parecido á lo que los demás nos hacían, porque sí, cumplir ayer a nosotros.

Fue un Primero de Mayo, tal y como hoy, que caía también en domingo, hace casi ochenta años. Llovió mucho desde entonces. Llegó un momento en que comunistas y socialistas olvidaron sus diferencias para luchar contra un agresor bajo palio que después lo prohibió todo. Cuarenta años de infamia sin manifestaciones públicas, ni opiniones libres en los periódicos. Volvió la aparente libertad, volvió el Primero de Mayo. Hoy es fiesta nacional, sí, pero siguen siéndolo también las fiestas religiosas. Pasan los autobuses. Ya no hay mítines en las plazas. Los periódicos no suelen entrar ya en discusiones tan banales como la de cómo celebrar una fiesta. Nunca más volvió a pararse el aliento del país. Tampoco hay gran cosa que prohibir. La burguesía sigue sin ser la principal afectada de las manifestaciones de hoy. ¿Qué generan éstas, de cualquier modo? ¿Qué clase de idea se intenta transmitir en ellas? ¿Tienen la menor idea? ¿Por qué para algunos 29 de septiembre no y 1 de mayo sí?

Dicen por ahí que la ideología está pasada de moda. Hoy es el Primero de Mayo de 2011. Felicidades.


Y, entonces, se paró hasta el aliento

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