Revista Opinión

Y Guillermo Gutiérrez, al fin, bajó del cielo y se dirigió a los trabajadores

Publicado el 05 febrero 2010 por Jackdaniels

El imputado por un presunto delito contra el derecho de huelga de los trabajadores, Guillermo Gutiérrez Crespo, Vicepresidente de Transportes Urbanos de Sevilla S.A.M., se ha dignado bajar a los predios donde habitamos los mortales y ha ordenado colocar en sus tablones de anuncio en la empresa un escrito dirigido a “todos los trabajadores de Tussam”.

Hay un refrán que dice que nunca es tarde si la dicha es buena. En este caso no es aplicable, porque además de tarde no hay dicha y sí un ridículo espantoso. Claro que tampoco podemos exigirle sentido del ridículo a alguien imputado por unos hechos tan denigrantes. Porque no respetar un derecho fundamental protegido por la Constitución Española es, cuanto menos, de no tener catadura democrática alguna. Y jamás se le pueden pedir peras al olmo.

Tras reconocer en los comienzos del panfleto que hasta ahora sólo se había comunicado con los trabajadores a través de la prensa, -otorgando titulares que también pudieran ser constitutivos de delito y de los que tendrá que dar cuenta ante los tribunales, añado yo-, el presunto pasa a esbozarnos un cuadro goyesco de la situación de la empresa.

Y comienza cubriéndose de gloria, con un párrafo que pasará sin duda a los anales de la Historia del Despropósito Político y que glosa así:

“Podemos discutir largamente sobre quien o quienes son los culpables de esta situación, pero sinceramente me parece un debate que no conduce a nada y que no soluciona nada”.

Es decir, que al responsable político puesto en ese cargo con el dinero público de todos los sevillanos le importa un bledo quién o quiénes han sido los responsables de que una empresa pública arrastre una deuda acumulada, reconocida por él mismo más adelante en el escrito, de nada menos que ciento veinte millones de euros.

Si hacía falta una prueba evidente de que los gestores públicos se caracterizan por no tener la obligación de rendir cuentas ante nadie, Gutiérrez se la acaba de poner en bandeja a todo el que la quiera ver. Os podéis imaginar el sentido de la responsabilidad que tiene este señor tan sólo con reflexionar sobre esas palabras.

Pero no se queda ahí, qué va, quiere más y continúa afirmando:

“El deterioro de la situación económica no es del último año, ni de los últimos cinco años, es más antiguo. Ni está originada por la pérdida o ganancia de viajeros. El problema es más complejo y a la vez de fácil comprensión. Hace más de veinte años que la empresa gasta más de lo que gana y cuando en una casa sale más de lo que entra, la ruina está garantizada”.

Y seguro que se queda tan pancho, tirándose besos a sí mismo por la originalidad y brillantez de la parrafada. Pero claro, lo que yo me pregunto, vil ciudadano de a pie, es que si el problema se detecta hace la friolera de veinte años, ¿cómo es que intenta hacerle frente ahora? ¿Qué han estado haciendo los gestores públicos responsables de la empresa durante esas dos largas décadas?

Para colmo, es la primera vez que veo a un responsable de una empresa municipal de transporte público afirmar que la pérdida en los últimos cinco años de más de seis millones de viajeros no afecta a sus cuentas de resultados en casi nada. A esto es a lo que se le supone como una gestión seria y responsable, sí señor.

En el mismo escrito afirma que el Ayuntamiento paga religiosamente la cuantía de los viajeros que no pagan, aproximadamente un 25% de la deuda anual que arrastra la empresa. Y no es que yo quiera dudar de la palabra de tan ilustre gestor, pero me gustaría que mostrara las partidas presupuestarias de cada concepto, si es que puede. Y si no las encuentra, siempre podrá recurrir a la inestimable ayuda de Paco Lobatón.

También reconoce en el mismo escrito que cada sevillano que utiliza el autobús paga tan sólo el 60% del coste que supone transportarlo, pero no dice que en la mayoría de las grandes ciudades de este país el viajero rara vez abona el 55%, cubriendo el resto las aportaciones de los respectivos ayuntamientos.

Al final, se da de golpes en el pecho y manifiesta su empeño en que “todas las medidas que acordemos tengan como objetivo final el mantenimiento de la empresa en manos públicas y la garantía de mantener el empleo de todos los trabajadores indefinidos de la empresa”. Es decir, los eventuales ya se pueden ir despidiendo.

Hombre, de eso no me cabe la menor duda, sobre todo gracias a su encomiable empeño por privatizar líneas que nacen ya fracasadas, por permitir que se persiga la libertad de expresión utilizando los recursos públicos que pagamos todos los sevillanos, y por legitimar un clima de represión generalizada que hace imposible cualquier tipo de diálogo en el seno de la empresa y que la soberbia de un gerente incapaz de enderezarla se cebe irrazonablemente con lo que siempre ha sido el emblema distintivo del socialismo; las medidas sociales.

Con socialistas así, no me extraña nada que cada vez haya más gente que abomine a la izquierda.



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