Y la tormenta se hizo. No por arte de magia, no por intervención divina, sino por pura genialidad guionística. Kurt Sutter, creador y showrunner de Sons of Anarchy, se sacó de la manga un finale descomunal e inimaginable que cierra una 2da temporada para enmarcar. A partir de ahora espoileracos grandes como Asia.
Lo que hace grande (muy grande) a este episodio final es la capacidad que tiene para enlazar los principales conflictos de la temporada de forma orgánica y coherente. Con un cliffhanger inusual, nada más empezar el episodio, los guionistas nos muestran la imagen al completo, como si estuvieran alejando el zoom de un mapa: resulta que Ethan Zoebelle es un informador del FBI, un criminal amparado por los beneficios que supone tenerlo suelto y en la calle. Pese a sus crímenes y gracias a la enorme paradoja que es el sistema judicial, Zoebelle es libre y ahora cuenta con la protección de sus aliados los Mayans. Este hecho maquilla con una fina capa de ironía el suceso que desencadenó los conflictos de la temporada: el rey de los supremacistas blancos se ve obligado a esconderse detrás de una banda de moteros mexicanos, los mismos mexicanos a los que los Sons vendían armas y los mismos mexicanos por los que Zoebelle les amenazó si no dejaban de hacerlo. Así, la venganza del incidente de Gemma pasó de ser un simple trabajo de apuntar y disparar a ser un duelo a muerte entre clubs de moteros. La primera fase de la venganza se completa con la fría pero merecida muerte de Weston, un personaje verdaderamente detestable pero que la serie nos enseña a respetar por su gran sentido del honor.
El segundo gran incidente del episodio va un paso más allá y ata dos tramas que no tenían relación alguna entre sí: la investigación de la ATF del tráfico de armas de los irlandeses con la venganza personal de Gemma. Aquí Kurt Sutter demostró con un jugada magistral lo milimétricamente planificado que estaba el guión de toda la temporada: el nexo de unión entre ambas líneas argumentales es quizás el detalle más insignificante de la historia, la relación amorosa entre Polly (la hija de Zoebelle) y Edmond (el traficante de armas irlandés). La secuencia de eventos, su ejecución y las consecuencias que generan son sencillamente espectaculares. Por un lado, la Agente Stahl vuelve a fallar en su intento por pescar a los irlandeses, Edmond la engaña e intenta escapar, por lo que se ve obligada a dispararle. Mientras tanto, Gemma se encuentra con Polly, que iba a visitar a despedirse de Edmond, y sus nuevas creencias religiosas terminan de alimentar su megalomanía*, obligándola a interpretar la (un pelín forzada, todo hay que decirlo) coincidencia como una señal de Dios para que por fin se vengue. De esta forma, las 3 mujeres con más carácter de la serie (me sigue pareciendo genial que no se pueda decir que esta es una serie de hombres), terminan armadas y en la misma casa en una escena que a mí me recordó ligeramente al final de Reservoir Dogs.
*Para más información sobre la megalomanía de Gemma, lean esta excelente entrevista a Kurt Sutter. En su crítica, Alan Sepinwall menciona una cosa que yo también noté: cuando Gemma le cuenta como Dios le puso a Polly en su camino para que la mate, la cara de Tara lo dice todo. Es posible que ésta haya sido la gota que colmó el vaso, el suceso que haga que Tara se replantee dónde se está metiendo y si de verdad va a tener el estómago suficiente (por no decir los huevos...) para ser la old lady del futuro presidente del club. Interesante trama para la próxima temporada.
De esta espectacular escena divergen distintas consecuencias que terminan de unificar todas las tramas sin que nos de tiempo a respirar. La ausencia definitiva de Polly obliga a Zoebelle a iniciar su huida. Los Sons obviamente estaban esperando a que lo hiciese para saltar a la carretera y asaltar el convoy de los Mayans. Zoebelle logra escapar pero termina acorralado en un supermercado con los Sons of Anarchy al completo esperándole. Mientras tanto, en la casa de Edmond, se libra un duelo entre los 2 personajes más duros de la serie: Gemma logra matar a Polly pero se ve sorprendida por Stahl. La agente demuestra su humanidad sintiendo lo que le ocurrió a Gemma y dejándola escapar, pero luego se cubre las espaldas inculpándola de la muerte de Edmond y anunciándolo por la radio. Ésto último nos lleva a la última y más grave de las consecuencias: Cam, el padre de Edmond, escucha la versión de la historia de Stahl y cegado por la furia sigue a Half-Sack hasta la casa de Jax. Allí presenciamos una escena que lleva el concepto de tensión a una nueva dimensión. Cam decide adoptar la postura del ojo por ojo y cuando lo vemos apuntar el cuchillo hacia Abel y luego clavarselo a Sack, el nudo en el estómago se convierte en insoportable. La crudeza de la escena y la horrible noticia del secuestro de Abel deja al espectador en el mismo estado de shock que a Jax y a Clay cuando se enteran.
Al ritmo de otra magnífica versión de un clásico del rock (el legendario "Gimme Shelter" de los Rolling Stones), el episodio se despide con Zoebelle huyendo, Gemma a la fuga con Unser y los Sons persiguiendo a Cam hasta el puerto. La reacción de Jax al ver que se llevan a su hijo a Dios sabe dónde y su desgarrador grito de desesperación ponen los pelos de punta. Esto es Sons of Anarchy, deberías estar acostumbrado. A estas alturas ya no hace falta decirlo, pero el trabajo de interpretación de absolutamente todos los actores es de altísima calidad, destacando por encima de todo a Katey Sagal, Charlie Hunham, Ally Walker y el mismísimo Kurt Sutter.
En conclusión, una animalada de final para una temporada bestial. Kurt Sutter y su equipo de guionistas crearon a partir de los hechos de la 1ra temporada una continuación que la supera en intensidad, dramatismo, trascendencia y no solo cierra a la perfección sus tramas, sino que deja abiertas otras todavía más interesantes (me muero por ver a Jax en Belfast y a Gemma en plan Most Wanted) y detalles aparcados que tarde o temprano volverán a la superficie (como la tensión interna del club o el mismo Zoebelle). Sons of Anarchy demostró con 13 episodios impecables que juega en otra liga, es el drama más sólido, con mayor potencial, mejor escrito, realizado e interpretado de la parrilla y, como guinda del postre, cada día se parece más a su hermana mayor, The Shield. Lejos la mejor serie de lo que va de temporada y va a ser muy difícil de superar.