Cuando tenemos por fin esa idea para poner en marcha todo parece emocionante. Es lo más parecido a un anamoramiento. No vemos los defectos, no pensamos que pueda salir mal. Nos lanzamos al abismo sin paracaídas. Pero la realidad suele darnos un bofetón de golpe. Si no ya tenemos antes a madres, familiares y amigos para decirnos lo mal que va a ir. La cuestión es que sufrimos desilusión. Puede que se de incluso antes de empezar. Por eso es bueno, interesante, conveniente y necesario resguardar nuestra idea de los no-expertos que machacarán de manera inevitable los primeros brotes de nuestra semilla.
La ilusión es el motor del mundo. Si no hay ilusión algo no va bien. Pero ojo, eso no quiere decir que la idea no sea buena. La falta de ilusión puede deberse:
1. Al miedo. Si hemos tenido experiencias que nos incitan a desconfiar pueden aparecer los miedos. Los demás están ahí también para proyectar sus miedos en nosotros. No dejes que se lleven tu ilusión.
2. A la herencia emocional. Heredas miedos. Es algo que quiero en algún momento poderte enseñar. Sobre todo para las mujeres hay miedos que vuelven generación tras generación. Prometo post sobre esto.
3. A que no está en tu esencia. No subestimes que realmente en tu corazón ese proyecto no te llama demasiado. Pregúntate de corazón si realmente es lo que quieres.
Poner en marcha proyectos de vida implica una buena conexión emocional con nosotros, con nuestra esencia.