Edición: Alba, 2012 (trad. Pilar Vázquez)Páginas: 240ISBN: 97884-84287872Precio: 20 € (e-book: 14,49 €)Leído en versión original.En los últimos años, la recuperación de obras publicadas a lo largo del siglo XX se ha convertido en tendencia, en especial de autoras británicas. La producción anglosajona es tan abundante que constituye una fuente casi inagotable de libros interesantes que por los caprichos del destino (o porque en su día no los valoraron como se merecían) habían caído en el olvido. Buena parte de estos rescates se deben a editoriales independientes, como Impedimenta, que consiguió un gran éxito con Stella Gibbons y cuenta en su catálogo con escritoras de la talla de Penelope Fitzgerald, Muriel Spark y Elizabeth Bowen; o Libros del Asteroide, que ha publicado novelas de Nancy Mitford y E. M. Delafield, recibidas con entusiasmo por parte de los lectores. No obstante, algunas editoriales grandes también se han sumado a esta corriente, como Alba con su colección Rara Avis (el nombre lo dice todo), cuya autora más emblemática por el momento es probablemente D. E. Stevenson con El libro de la señorita Buncle.La inglesa Barbara Comyns (1909-1992) comparte catálogo con ella. Su nombre no le sonará a nadie, pero esta mujer tuvo una vida a la que merece la pena referirse ni que sea con cuatro líneas. Formaba parte de una familia numerosa venida a menos, marcada por el alcoholismo del padre y las deudas que este dejó a su muerte. Ella trabajó como pintora y modelo, y años más tarde huyó de Inglaterra con su marido (esta etapa le inspiró una novela ambientada en España). Después de separarse de su esposo y con dos hijos a su cargo, salió adelante criando perros, dibujando para publicistas y restaurando muebles. Su situación empeoró con la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtió en cocinera de una casa de campo, donde comenzó a escribir. Esta vida tan dickensiana se plasma en su obra; Y las cucharillas eran de Woolworths (1950), su segunda novela, tiene un notable carácter autobiográfico de la época de su primer matrimonio.Sophia, la protagonista, se casa con Charles cuando ambos son muy jóvenes e ingenuos; dos artistas bohemios dispuestos a comerse el mundo en Londres durante la Gran Depresión. Sin embargo, pronto se queda embarazada y sus circunstancias se vuelven precarias, puesto que Charles no gana mucho dinero y ella apenas consigue cuatro duros como modelo ocasional. Aun así, la obra no cae en el dramatismo, porque emplea un tono desenfadado, incluso cómico. Ella misma explica al principio que la gente siente lástima cuando les cuenta lo que ha vivido, pero ahora está tan contenta que no se entristece por el pasado. Toda la novela es así, dura en los hechos y alegre en la voz, como demuestra la chispa del título, que hace referencia a las cucharillas del ajuar: Sophia habría preferido que fueran de porcelana fina, pero tuvo que conformarse con las baratijas de este centro comercial.La novela, narrada en primera persona por Sophia, relata sus peripecias cotidianas mediante capítulos cortos y concisos, sin que el interés decaiga porque continuamente se desarrollan nuevas andanzas. Esta estructura de «mujer hablando de sus experiencias diarias», con humor y sin filigranas, se puede considerar precursora del género chick-lit (literatura escrita por y para mujeres, con un estilo fresco y sin pretensiones, que tiene como objeto las chicas veinteañeras o treintañeras trabajadoras e independientes que sueñan con encontrar el amor. El diario de Bridget Jones, de Helen Fielding, es su máximo representante). De hecho, Sophia podría ser una Bridget Jones de su tiempo: una joven alocada e irresponsable (su método para evitar un embarazo es tremendo) que habla sin tapujos de sus preocupaciones. En esto último Barbara Comyns tiene más mérito que cualquier escritora actual, ya que plantea temas que en los años cincuenta, cuando se publicó, no estaban tan extendidos, como algunas decisiones valientes que toma la protagonista. En general, pese a ese posible parecido con el chick-lit, lo que ocurre es mucho más serio que la frivolidad que caracteriza muchas novelas de este tipo.Por otra parte, además de tener interés como novela sobre la cotidianeidad de una mujer, también resulta estimulante porque trata cuestiones que siguen vigentes, como el embarazo no deseado a temprana a edad, la bofetada que le da la vida por querer vivir demasiado deprisa, la escasa remuneración que recibían los artistas y, sobre todo, la precariedad de los años treinta, que en la actualidad ha regresado. Considero que la obra ha «envejecido» bien y el lector de hoy puede seguir exprimiéndola; es más, incluso me parece aconsejable leer esta historia para llenarse de su mensaje final, que podría ser algo así como que la felicidad no siempre está donde uno cree que la encontrará, y a veces pasar penurias sirve para aprender a valorar más algunos detalles.
Barbara Comyns
Sé que las palabras «cotidiano», «mujer» y «realista» tal vez no son el mejor cebo para atraer a la mayoría de lectores, pero lo que aprecio de Y las cucharillas eran de Woolworths es precisamente su naturalidad, su construcción inteligente y sin excesos de una trama que tiene más calado del que aparenta a simple vista. Demuestra que se pueden plantear asuntos delicados sin caer en la tragedia y que los tintes autobiográficos a veces alcanzan un significado colectivo, gracias a una narración que apuesta por lo próximo, sin extravagancias ni pirotecnia, con una protagonista fuerte que convence por su bondad disparatada. Una novela muy recomendable, en definitiva.