Y llegaron las (temidas) fallas

Bueno.

Pues llegaron las fallas.

Y también los cascos en el bolso, el miedo a salir, las carreras por girar la esquina antes de que suene el petardo que acaban de tirar, querer ir al parque y no poder, cogerme la mano fuerte y la búsqueda de cobijo debajo de mi brazo.

Aquí, en Valencia, a pesar de haber zonas delimitadas y horarios para tirar piroctécnia, es imposible andar por la ciudad sin sortear explosivos. Las leyes están en vigor, pero no hay consecuencias para quien no las cumpla.

Las consecuencias las sufrimos las personas con TEA, con otros trastornos y fobias, así como sus familiares. Por no hablar de los animales.

¿Hay derecho? NO, NO LO HAY, y me indigna mucho.

Me indigna que tengamos que quedarnos en casa porque se estén tirando, continuamente, petardos en zonas no permitidas. Me indigna que mi hijo no pueda ir al parque porque, a pesar de estar prohibido, las personas tiren petardos como si no hubiera un mañana. Me indigna tener que gastar sesiones de terapia para que mi hijo pueda tolerar la pirotecnia y así poder salir (por lo menos) al supermercado a comprar. Me indigna que mi hijo dependa de unos cascos para poder salir a la calle. Me indigna que aún con ellos tenga que ir constantemente en alerta.

Me indigna no poder pasear libremente por mi ciudad, y tener que dar prioridad a las personas que no cumplen la ley.

Y me indigna todavía más escucharme «es que son fallas» cuando llamo la atención. Como si por ser fallas mi hijo no tuviera que salir de casa.

Aún nos queda una semana por delante, en la que la pirotecnia y el ruido irá aumentando día a día. Me gustaría que las personas que no cumplen la ley fueran más respetuosas con los demás. Solo pedimos que se respeten las zonas de fuego y los horarios permitidos. Solo así conseguiremos disfrutar todos de nuestra fiesta grande.